Miércoles 19 de abril

Miércoles 19 de abril
Octava de Pascua

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Lucas 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» Él les preguntó: «¿Qué?»
Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les hablan dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Pistas: Seguimos leyendo los encuentros con Jesús resucitado. Hoy se trata de dos discípulos que vuelven a su vida de antes decepcionados tras la muerte de Jesús en la Cruz. También habían tenido indicios para creer que Jesús habría resucitado: el testimonio de las mujeres que encontraron el sepulcro vacío, y de los discípulos. “Pero a Él no lo vieron”, así que piensan que son habladurías.
El encuentro de hoy tiene dos momentos: primero Jesús les acompaña, les escucha y les explica la Escritura. Después parte con ellos el Pan. Es un contexto eucarístico. Este relato ayuda a entender a la primera comunidad lo que sucede en la Eucaristía. Palabra y comida compartida. Jesús nos revela a Dios y se nos da, se entrega. No sólo es algo intelectual, es una experiencia de fe.
También puedes fijarte en cómo actúa Jesús. Va con ellos, aunque no lo reconozcan. Les escucha. Les enseña. Les abre los ojos para que crean. ¿Cómo te acompaña a ti Jesús? Siempre, cuando lo tienes más claro y cuando no, siempre va contigo. Esto nos ayuda también a saber cómo acompañar a otros en el camino de la fe. Jesús no entra dándoles la solución o la respuesta, sino que les escucha, les acompaña, les ayuda… Va a su mismo ritmo, hasta que sus ojos se abren y creen.
Al final, vuelven a la comunidad. Pensaron que todo había sido un fracaso y se marchaban. El encuentro con Jesús les lleva a la Iglesia. Porque la fe no se puede vivir ni celebrar en soledad. Dan testimonio y escuchan el testimonio de otros. Mutuamente se confirman en la fe. Esto es lo que ha de suceder en la Iglesia y para lo que nuestra fe nos reúne en comunidad.
Muy rico este Evangelio de hoy. Cuando lo vuelvas a leer sigue el camino que el Espíritu ponga en tu corazón y ora con lo que Dios te inspire.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.