Miércoles 14 de febrero
Miércoles de Ceniza
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Pistas: Comenzamos la Cuaresma. Tiempo para cambiar y para dejar que Dios nos cambie. El Evangelio que se lee en la misa de este día nos da tres consejos para trabajar nuestra vida espiritual y dejar que Dios nos convierta: oración, limosna y ayuno. Y además nos propone un estilo: no para que nos vean -podríamos añadir también-, no porque toca hacerlo. Ora, ayuna y da limosna para acercarte al Padre y parecerte a Él. Ora, da limosna y ayuna porque esto cambiará tu vida, hará presente la gracia de Dios en tu vida y en el mundo.
El fruto de estas tres prácticas –limosna, oración y ayuno- es un regalo de Dios. Incluso la fuerza para hacerlas. Pero la decisión, el esfuerzo personal, depende de ti. Todo es gracia de Dios, pero Dios no hará nada si tú no pones el cien por cien de tus fuerzas, tus capacidades y tu deseo. Por eso, la Cuaresma que hoy comenzamos es una oportunidad para ser mejores discípulos de Jesús, para regresar de los malos caminos, del pecado, de la mentira, de la oscuridad… y poder conocer y amar más a Dios, y vivir como Jesús enseña. Y por eso las lecturas de este tiempo y la liturgia nos repetirán una y otra vez: “Convertíos”.
La segunda lectura de la misa de hoy dice que no hay que dejar caer en saco roto la gracia de Dios, porque ahora es tiempo favorable, ahora es tiempo de salvación. Tal vez pienses: “otra cuaresma… nada cambié en la anterior ¿por qué esta va a ser distinta?”. Fíate de la Palabra de Dios que te invita a entrar en esta Cuaresma. Ahora te ofrece una nueva oportunidad. ¿Qué vas a hacer?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.