Martes 9 de enero

Martes 9 de enero
San Eulogio de Córdoba, presbítero y mártir

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Marcos 1, 21-28
Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios. Jesús lo increpó: Cállate y sal de él. El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte salió.
Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Pistas: No es lo mismo hablar de teorías que hablar de vida, contar lo que se aprende que contar lo que se experimenta. Jesús no habla de teorías. Enseña con autoridad y actúa con poder. Éstos nacen de quién es Él y del poder del Espíritu Santo que actúa en Él. Su Palabra tiene una fuerza distinta cuando enseña y además ante ella el mal huye.
Y tú ¿quién eres? ¿sólo podemos ser como los letrados o nos podemos parecer a Jesús? Eres hijo de Dios por el bautismo. Jesús resucitado te ha abierto la puerta para que puedas ser y vivir como hijo de Dios, y por tanto tienes autoridad para no hablar de oídas o de teorías. El Espíritu Santo habita en ti. Así que, si no tenemos autoridad, si somos como los letrados que saben cosas de Dios pero en el fondo no le conocen, no lo experimentan, no se lo acaban de creer, si el mal nos vence, significa que tenemos que redescubrir quiénes somos. Tenemos que recuperar nuestra identidad como hijos que Dios, discípulos de Cristo, con la fuerza y el poder del Espíritu Santo.
Por medio de Cristo eres hijo y recibes el Espíritu Santo. Y ante esto hay que optar: saberse la teoría y quedarse anclado ahí o vivir, experimentar y ser discípulos de Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.