Martes 27 de marzo

Martes 27 de marzo
Martes Santo

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?»
Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.» Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que tienes que hacer, hazlo enseguida.»
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: «Donde yo voy, vosotros no podéis ir.»» Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió: «A donde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.»
Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.» Jesús le contestó: «¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.»

Pistas: Una de las peores experiencias de la vida es que alguien a quien quieres, un amigo, un familiar, te falle o te traicione. Jesús va a experimentar esto: la incomprensión, la traición y el abandono de los suyos. La pasión de Jesús tiene también este aspecto de traición y soledad. Su propio pueblo le da la espalda, aquellos a los que tantas veces había ayudado, sus discípulos huyen asustados, a los romanos no les importa que sea inocente… Y Jesús está solo. Un puñado de mujeres, su madre y el discípulo más joven son los únicos que estarán a su lado.
El contexto de la escena es la Última Cena. Judas y Pedro, ambos, fallarán a Jesús. Pero sus motivaciones y sus reacciones son completamente diferentes. Judas, nos cuenta san Juan que se ha dejado corromper. Era un ladrón, sabemos que traiciona a Jesús por una bolsa de monedas y después no es capaz de superar el sentimiento de culpa y termina suicidándose. Pedro se siente muy seguro de sí mismo, pero después será cobarde y débil, no será capaz de estar junto a Jesús. Llorará amargamente sus negaciones, se arrepentirá, acogerá el perdón de Jesús y dará su vida por Él.
Todos tenemos algo de Judas (de dejarnos corromper, de consentir el mal y el pecado en nuestra vida, de sentirnos atraídos por el camino fácil) y algo de Pedro (orgullosos y seguros de nosotros mismos, pero en el fondo cobardes y débiles). Puedes rezar dejando que esta escena ilumine tu vida y tus actitudes. Pero que la oración te haga caer en la cuenta de que aunque te equivoques siempre puedes volver con Jesús. Por muy fuerte y grande que sea tu pecado y tu error Jesús siempre te preguntará, como leeremos en Pascua que le preguntó a Pedro: ¿Me amas?. De eso se trata, de amar a Jesús a pesar de todo, de vencer todo aquello que nos aleja de Él, de dejar que transforme nuestra vida.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.