Martes 27 de febrero
II semana de cuaresma
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Pistas: La hipocresía, la primacía de puestos y honores, la necesidad de reconocimiento, la prepotencia y la soberbia que critica Jesús en los escribas y fariseos nos dan unas claves para nuestra Iglesia y nuestra vivencia de la fe. Por un lado, corremos el riesgo de usar el pecado de algunos en la Iglesia o el mal ejemplo de algunos cristianos, como excusa para no creer. Esto sirve para justificarse y no buscar la verdad, no acercarse a Jesús, no convertirse. Por otro, si tú estás en la Iglesia, en tu familia o entre tus amigos eres de los que rezan y van a misa, te sirve de examen de conciencia: ¿cómo estás viviendo la fe? ¿dónde estás poniendo tu corazón? ¿qué está siendo lo central en tu vida?
Jesús nos indica el camino para no caer en esa vivencia religiosa: no te dediques a mirar lo que hacen los demás y a señalar sus pecados. Tú vive como discípulo de Jesús, no te excuses en que otros sean mediocres para serlo tú. No vayas de maestro, sólo Jesús es el Maestro, aprende de Él. En el momento en el que empieces a creerte mejor que los demás, enciende una luz roja y examina qué te está pasando. Sólo Jesús salva, sólo Jesús es la verdad. Podrás ayudar a otros a encontrar a Dios en la medida en la que abras a Él tu corazón y les ayudes a experimentar a Dios. Sin personalismos tuyos. Lo importante es Dios.
Continúa Jesús diciendo: servir y ser humildes. Servir tiene que ver con amar y vivir como discípulo de Jesús. Él quiso que esto se quedara tan grabado en el corazón de los discípulos que en la Última Cena hizo dos cosas: Anunciar su muerte, a la que se entrega voluntariamente para salvarnos, e instituir la Eucaristía. Y lavó los pies a sus discípulos para que comprendieran que no hay otro camino que el amor y el servicio.
La humildad tiene que ver con la verdad. Somos pobres pecadores que necesitamos la misericordia de Dios. Pero también sus hijos amados, que llenos del Espíritu Santo podemos hacer obras como las de Jesús o mayores. Todo es gracia de Dios, es regalo, es inmerecido, y todo requiere el cien por cien de tu esfuerzo. Porque lo que Dios da, lo da gratis, pero no barato. Examina tu vida a la luz de este Evangelio y reza con él.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.