Martes 23 de mayo

Martes, 23 de mayo
VI de Pascua

Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: «¿Adónde vas?» Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.»

Pistas: San Juan sitúa un largo diálogo de Jesús con sus discípulos después de la Última Cena. Estos días vamos leyendo pasajes que nos hablan del Espíritu Santo. Hoy nos dice que la venida del Defensor demostrará (dejará convicto) al mundo de un pecado, una justicia y una condena.
El pecado es no creer a Jesús y no acogerle, por eso le matan. Les resulta molesto y chocante para su mentalidad mundana. El Defensor rebate al mundo que no cree y le resucita. Jesús resucitado permanece en la comunidad y el Espíritu actúa en ella. Pero deja convicto al mundo porque éste sigue sin creer.
La justicia: Jesús va al Padre, es inocente de lo que le acusan. Tiene razón en que es enviado por el Padre y es ratificado en sus pretensiones: Jesús es el Hijo, el camino, la verdad, la vida, la luz, la Palabra… Ésa es la justicia: la acción salvadora de Dios manifestada y realizada en Jesús y continuada por el Espíritu Santo.
Y, por último, una condena: Satanás, el mal, ha sido condenado, para siempre. También en la comunidad. Y sucederá como con Jesús, el mal intentará triunfar, pero el Defensor (el Espíritu Santo) no lo permitirá.
Tal vez todo esto te parezca complicado pero es muy importante para tu vida de fe. Si te encuentras con Jesús, si ves que la fe se está despertando en tu corazón, es que el Espíritu Santo está actuando. Si te acercas a Jesús y quieres su verdad, su vida, su luz, su alegría, su paz, que sus promesas se cumplan, sólo será posible con el Espíritu Santo. Por eso, pídelo. Aprende a conocerlo. Deja que su fuego se encienda en tu interior y te llene de sus dones. Que no sea una brasa mortecina, una palabra más que se dice al final del «gloria al Padre» o cuando te santiguas.
Seguiremos profundizando en esto, pero recuerda que el Espíritu Santo no es una idea. Es Dios. Por eso rézale, pídele, abre el corazón y actuará en ti.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.