Martes 1 de mayo

Martes 1 de mayo
San José Obrero

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Hechos de los apóstoles 14, 19-28
En aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.
Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe; después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.

Pistas: ya no solo son amenazas como hemos leído estos días, aquí pasan a la acción. Apedrean a Pablo y lo dan por muerto. Cuando San Pablo en sus cartas habla de los sufrimientos por el Evangelio, de las persecuciones, del esfuerzo por vivir la fe lo hace por propia experiencia.
Ante un acontecimiento como ese lo más normal sería darse por vencido. Pero Pablo no lo hace, persevera y ayuda a los demás a hacerlo. ¿Qué tendrá en su corazón que le mueve a actuar de este modo?
Quiero fijarme en lo que hacían en las comunidades que iban naciendo. Dejan presbíteros: “oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor”. Tenían la absoluta certeza de que necesitar estar en sintonía con Dios y al mismo tiempo de confiar completamente en Él. Por eso oraban y ayunaban, para tener una relación viva con Jesús, para llenarse del Espíritu Santo y sus dones, para decirle a Dios que Él y su voluntad son más importantes que todo, incluso para sentir hambre de Dios. Con la certeza de que si Dios llama a una vocación dará la fuerza para vivirla.
Y las comunidades de la Iglesia naciente comparten entre ellas lo que va sucediendo y ven, en medio de todas las dificultades, que la gracia de Dios actúa con poder. Puedes hacerte la siguiente pregunta ¿nuestra iglesia de hoy tiene la misma actitud? ¿qué buscaba la iglesia de la que nos habla el libro de los Hechos? Podemos resumir la respuesta en estos dos puntos: por un lado, la vivencia profunda de la relación con Dios, una fe ferviente (oración, ayuno e intercesión unos por otros), apoyo de la comunidad. Por otro lado, una iglesia en salida, que busca a los que están lejos y no han oído la Buena Noticia.
Reza con estas cosas, y piensa qué te está diciendo, qué te está pidiendo Dios en su Palabra.

Relee la lectura, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.