Lunes, 5 de marzo
III semana de cuaresma
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Lucas 4, 24-30
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Pistas: Jesús había leído en la sinagoga este texto del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.» Y afirma que se cumple en Él. No termina de leer el pasaje que anuncia “un día de venganza de nuestro Dios” (Is 61,2).
Y aunque Jesús realiza signos que confirman la Palabra, no le creen. No son capaces de aceptar el Evangelio de Jesús. Dios ofrece su salvación a todos. Y su invitación es a vivir en el amor y la misericordia. Para hacerles reflexionar utiliza dos hechos muy conocidos del Antiguo Testamento en los que dos extranjeros reciben la ayuda de Dios. Y esto les enfada aún más. Encontramos de nuevo cómo la ideología, la cerrazón, la tradición, la política… se anteponen a la verdad. No les importa quién es Jesús o si su mensaje es verdad. No están dispuestos a dejar que Jesús rompa sus esquemas, su forma de vida o cambie su manera de pensar.
Para nosotros hoy sigue siendo válida la buena noticia de Jesús: Él trae la salvación de Dios a todos, especialmente a los más débiles, pobres o perdidos. Así que, si muchas veces te sientes pecador, indigno e incluso extranjero, si piensas que esto no es para ti, estás de enhorabuena. Porque precisamente para ti es el mensaje de Jesús. Y por el contrario, si estás acomodado, si el mensaje de Jesús no te remueve e interpela, si te crees merecedor de la salvación de Dios y mejor que los demás, necesitas pararte ante Jesús y ver la verdad de quién eres y de lo que Jesús te ofrece.
¿Quieres conocer de verdad a Jesús? Vence tus prejuicios, intereses y egoísmos y acércate a Él.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.