Lunes 28 de mayo
VIII semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Marcos 10, 17-27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. El replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres ─así tendrás un tesoro en el cielo─, y luego sígueme.
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios! Los discípulos se extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió: Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban: Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.
Pistas: Hoy encontramos a un hombre bueno que no es capaz de seguir a Jesús. Cumple los mandamientos desde niño. Vive en la ley, en cumplir, quiere ser bueno. Y Jesús le indica lo que le falta: ser capaz de poner a Dios y a los demás por delante del propio interés y de las propias seguridades, fuerzas y recursos. Jesús no le dice que renuncie al dinero, sino que le pide que no ponga en él su corazón. Y el rico no es capaz. Aunque Jesús le ha mirado con cariño porque ve que es bueno, que quiere ser mejor, no es capaz de entrar en relación con Jesús, no es capaz de seguirle y explorar con Él el camino hacia el Reino de Dios.
Le será difícil al que pone su confianza en el dinero entrar en el Reino de Dios. Porque el Reino es fiarse de Jesús, es poner en Él tus seguridades. No en tus propias fuerzas, en tus propios recursos y capacidades. Se trata de seguirle en el camino de amor que Él propone. Y ten claro que sólo podrás recorrer ese camino si vas con Él, si te haces su amigo (en la oración, en los sacramentos, en la vida comunitaria), si lo entiendes como algo más que ser bueno, que cumplir, que seguir normas y tradiciones.
Hablamos de encontrarnos con una persona, con Jesús. Y descubrir que es imposible para el hombre ganarse la salvación. Pero Dios lo puede todo. Todas las riquezas, todo el poder, toda la seguridad que puedas tener de que te vas a salvar no sirven para nada. Dios te lo regala, pero tienes que poner en Él tu confianza y seguirle con todas las consecuencias.
Mira tu vida ahora y deja que te hable el Evangelio. Puedes preguntarle a Jesús: ¿Maestro, qué he de hacer? Deja que ilumine tu día a día, tu estilo de vida, tus prioridades y reza. Permite que te diga: Sígueme. Que te llame a su Reino. Y reza.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.