Lunes 27 de febrero

Lunes 27 de febrero
VIII tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Respóndele con tu oración)

Evangelio según Marcos 10,17-27
Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y, arrodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?» Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.»

Pistas: Hoy encontramos a alguien bueno, que cumple los mandamientos desde joven. Quiere saber qué tiene que hacer para lograr la vida eterna. Jesús le propone un camino todavía más perfecto –porque como venimos observando al leer el Evangelio cada día, la propuesta de Jesús no es de mínimos sino una llamada a la plenitud, plenitud de la salvación, plenitud de amor-. Le dice Jesús: “Vende cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme”. Le pide dos cosas: entregarse a los demás despegándose de lo material y seguirle. Pero el hombre no fue capaz de enfrentarse a esas renuncias.
Este Evangelio habla de vocación. Pregúntate: Jesús ¿a qué me llamas? Cumplir los mandamientos es el mínimo. Es muy bonito el detalle: “Jesús, fijando en él su mirada, le amó”. Decidir quitar el pecado viviendo los mandamientos es el principio del camino para poder sentir que Jesús nos ama. Y después hay que escuchar su voz en el corazón. Si las cosas, las riquezas, las situaciones, etc. hacen que no puedas crecer, te dejarán estancado y al final no seguirás a Jesús. Tu vida no será todo lo plena que está llamada a ser.
El Evangelio del domingo decía que no se puede servir a Dios y al dinero. Si conviertes al dinero en dios no hay sitio para el Dios de verdad. Si conviertes las cosas en dios, aunque intentes ser bueno no podrás. No podrás seguir a Jesús, no tendrás sitio para su amor. No podrás vivir la aventura más apasionante: la aventura de la fe, de seguir a Jesús, amarte a ti y amar a los demás.
Esto no quiere decir que haya que dejarlo todo, sino que cada uno tiene su vocación. Los jóvenes necesitan la valentía de preguntar ¿qué quieres de mí? y arriesgarse a responder. Los que ya han elegido el camino, perseverar con fidelidad. Los que tienen dudas, escuchar a Jesús. La clave de este Evangelio es: ¿dónde está puesto tu corazón? ¿quién o qué es el Dios de tu vida?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración