Lunes 25 de septiembre
XXV semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.
Pistas: Andar en la luz y ser luz, o convertirse en tinieblas.
Recordemos que Jesús, en el Evangelio de San Juan, dice que Él es la luz del mundo. Y ser discípulo suyo significa llenarse de esa luz. Es la obra que el Espíritu Santo realiza en los discípulos de Jesús. Destruye las tinieblas del pecado y pone luz, verdad, libertad, alegría… Y esto se nota en la vida, no se puede esconder. Por eso ser cristiano trae consigo evangelizar, llevar la luz de Jesús a todos los hombres. Y si intentas ocultarlo o disimularlo tu luz se apagará. Entonces te preguntarás por qué tu fe vacila, por qué el pecado se hace fuerte, por qué estás triste y te sientes perdido.
Mira a Jesús, entra en la Iglesia, en la vida de oración y sacramentos, donde brilla la luz de Jesús y todo cambiará. Andarás en la luz y la luz de Jesús brillará en tu vida.
Acércate a Jesús y acoge su palabra y sus dones. Esto es gratis, pero no barato. La fe es un regalo, pero implica un estilo de vida. La luz de Jesús trae consigo convertirse en luz. La presencia del Espíritu Santo te hará dar los frutos del Espíritu. Y, por eso, si la acoges tendrás luz y cada vez más. Y si rechazas este regalo, cada vez te sentirás más sumergido en la oscuridad.
Nunca es tarde para acercarte a Jesús. Un poco de luz hace desaparecer la oscuridad. Pero Jesús es mucho más que un poco de luz. Es camino, verdad y vida. Déjale que ilumine tu existencia y podrás ver su luz brillar en ti.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.