Lunes 22 de enero
San Vicente, diácono y mártir
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Marcos 3, 22-30
En aquel tiempo, unos letrados de Jerusalén decían: Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.
El los invitó a acercarse y les puso estas comparaciones: ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil, no puede subsistir; una familia dividida, no puede subsistir.
Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido.
Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
Pistas: Le tienen tanto odio a Jesús que quieren dar la vuelta a su lucha contra el pecado y el mal (el demonio) y le acusan de estar Él mismo endemoniado. Es innegable que parte de la actividad de Jesús consistió en liberar del demonio. En la mentalidad judía muchas enfermedades o manifestaciones de enfermedades físicas o psicológicas eran achacadas a demonios, pero también otros muchos hechos inexplicables. Hoy nos suena raro hablar del demonio. Pero en los Evangelios aparecen. Son la personificación del mal, que inclina al mal, un ser espiritual.
Jesús intenta hacerles ver que el mal no es ingenuo, que el demonio es astuto. Y Jesús le vence y le ata. “Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo si primero no lo ata”. Jesús es más fuerte y poderoso, y por eso los demonios no resisten en su presencia y tienen que huir.
El poder que vence al mal, al pecado, al demonio, es del Espíritu Santo. Pecar contra el Espíritu Santo es, por tanto, rechazar la salvación de Dios. Es conocer a Dios y dejar entrar al diablo. Es cerrar la puerta a la presencia de Dios en tu vida para rendirte a ‘dioses’ que te acaban destruyendo. Abrir la puerta al mal es ver el bien por el que luchar y preferir seguir acomodados o en una posición interesada. Es poder luchar contra el diablo (contra el mal) y no hacerlo. O aparentar ser cristiano pero dejar actuar a Satanás (al pecado) en tu vida.
Jesús vence, siempre. No hay duda, no temas. El demonio no tiene nada que hacer a menos que le abras la puerta. Habrá tentaciones, dificultades, incluso momentos que parecerán pruebas. Pero si Jesús, si el Espíritu Santo, guardan la casa de tu corazón, no hay nadie ni nada más fuerte y poderoso que pueda vencerte.
¿Quién quieres que esté en la casa de tu corazón?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.