Lunes 17 de abril
Octava de Pascua
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Mateo 28, 8-15
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos.» Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Pistas: El mal nunca se rinde. La injusticia cometida con Jesús, el error y pecado de los sumos sacerdotes y autoridades al acusarlo y lograr que se le condenara a muerte, se va a convertir en una huida hacia delante. Les da igual la verdad. ¿Resucitó o no resucitó? No les importa. Siguen igual: sobornan, mienten, engañan… Quieren que Jesús y su mensaje desaparezcan.
El mal nunca se rinde. Esto sucederá también en tu vida. Jesús ha vencido y te hace partícipe de esa victoria por medio del Espíritu Santo. Con su fuerza y su poder, con los sacramentos y la oración, con su Gracia y tu deseo de vivir como discípulo suyo, has vencido. Con Jesús has vencido. El pecado y la muerte no van a poder contigo, pero lo van a intentar. A cada victoria seguirá una tentación. A cada milagro de Dios en tu vida, posiblemente una «tormenta». Por eso, leeremos esta frase muchas veces en la Pascua: “No tengáis miedo”.
Jesús dijo una vez a sus discípulos: tenéis que ser “astutos como serpientes y sencillos como palomas”. Creer en Jesús no significa que vayan a desaparecer las cruces, las dificultades, las tentaciones, las injusticias o los sufrimientos de tu vida. Eso es magia y Dios no hace magia. Ésa es la concepción de un Dios a nuestra medida que cumpla nuestros caprichos.
Creer en Jesús significa que tú participas de la victoria de su resurrección. Significa que el amor de Dios es más fuerte y más grande que todo lo que te pueda suceder. Y significa que cuando Dios actúa y salva, el mal lucha para destruir lo que Dios hace. Pero, no tengas miedo, Jesús ha vencido, Jesús está vivo, Jesús ha resucitado: la cruz, la muerte, el mal y el pecado han sido vencidos.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.