Lunes 13 de noviembre

Lunes 13 de noviembre
San Leandro, obispo

(Recuerda: 1. Pide el Espíritu Santo 2. Lee despacio y entiende 3. Medita qué te dice la Palabra de Dios 4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Lucas 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar.
Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: «lo siento», lo perdonarás.
Los apóstoles le pidieron al Señor: Auméntanos la fe.
El Señor contestó: Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.

Pistas: Vivir como Jesús enseña es imposible sin fe. Pero la fe, sin vivir como discípulos suyos, tampoco es fe.
Las palabras de Jesús son exigentes. Cuando habla sobre los escándalos se refiere al testimonio, a la coherencia, a la verdad y al amor. Sobre todo a nuestra actitud con sus predilectos: los pequeños, los pobres, los sencillos. Critica constantemente a los fariseos y a las autoridades religiosas de su tiempo su falsedad y su mediocridad, que impide a otros entrar a la fe y desde fuera hacen pensar que todo es mentira. Escandalizar a un pequeño, a uno más débil en la fe o en lo humano, no es sólo pecar: es pecar conscientemente. Corromperse. Y esto es lo que realmente escandaliza, que alguien que tiene que vivir en el amor, que tiene que ser discípulo de Jesús, haga todo lo contrario. Pensemos en los actuales escándalos de la Iglesia: cuánto daño hacen y cómo tergiversan el mensaje de Jesús. Y lleva esta pregunta a tu propia vida: ¿en alguna ocasión tú eres motivo de escándalo para otros? Si es así, acude a la misericordia de Dios y no te acomodes. El pecado se perdona, pero la corrupción es la justificación del pecado, y eso es lo que escandaliza.
Jesús enseña que el camino es perdonar. El amor y la misericordia son lo único que puede cambiar realmente nuestro mundo. Y el perdón forma parte de esto. Me contó una vez un misionero que estuvo en un región de África donde hubo un limpieza étnica que su trabajo más bonito (y más duro) fue lograr, con luz del Evangelio, que aquellas personas fueran reconciliándose. Eran cristianos que habían matado cristianos. Pero el perdón trajo paz, prosperidad y alegría donde antes sólo había odio y sufrimiento. El perdón construye.
Todo esto es imposible sin la gracia de Dios, sin la fe, sin que Dios sostenga y nosotros colaboremos. En la última parte del Evangelio queda clara la doble dimensión, inseparable, de la fe: don -danos fe, Señor-, y tarea -“si tuvierais fe…”- . Es regalo y es esfuerzo, es trabajo, es poner los medios…. Si tienes fe verás cosas increíbles, sorprendentes y maravillosas. En tu propia vida y en el mundo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.