Lunas 26 de marzo

Lunes 26 de marzo
Lunes Santo

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 12,1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien habla resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando.
Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.»
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Pistas: Jesús va con sus amigos. Son días duros, porque saben que los sumos sacerdotes quieren acabar con Él. Hay dos actitudes contrapuestas: el amor desinteresado, agradecido, de Marta, Lázaro y María. Y la actitud de Judas. Los primeros le abren su casa, comparten con Él lo que tienen, le dan lo mejor que poseen y le dan su amor. A pesar de que ser amigo de Jesús podía traerles complicaciones con los judíos.
Da qué pensar ver la actitud de Judas. Por un lado seguía con Jesús, pero por otro su corazón estaba lejos. Se había dejado seducir por el dinero y no era fiel. Siempre funciona así. Los grandes pecados no se improvisan. Comienzan como pequeñas concesiones y este hombre terminará traicionando a su Maestro (por el que lo había dejado todo) por un puñado de monedas y, desesperado, ahorcándose. Estaba con Jesús, pero en algún momento había comenzado a llevar una doble vida y se había ido alejando de Él.
La vida, la cena, el perfume, la amistad… Puedes imaginarte la escena. Las duras palabras de Jesús: “Lo tenía guardado para el día de mi sepultura”, dejando claro el camino que se abre ante Él. Puedes pensar si recibes a Jesús en tu casa, si le das lo mejor que tienes, si le amas, si te arriesgas dejando que esté en tu vida… O si el interés se ha colado en tu relación con Él.
Y por último llegan los judíos, tienen curiosidad: ¿Será verdad que Lázaro ha resucitado? ¿será verdad que Jesús está por aquí? ¿no sabe que le buscan?
Los sumos sacerdotes ya tienen clara su decisión: acabar con Jesús y sus seguidores. Y seguirán adelante con su plan. Como hemos ido viendo, no les importa quién es Jesús, ni les importa la verdad. Sólo quieren lograr sus fines humanos.
Estos días leeremos el desenlace y el modo sorprendente en que Jesús sale vencedor. Será el momento para reflexionar sobre muchos aspectos, pero en el Evangelio de hoy ya comprobamos que Jesús recorre un camino duro. Sabe que su destino es la muerte. Sabe quiénes le van a traicionar. Y, a pesar de ello, Él hace una apuesta por el amor mientras a su alrededor todo es una confabulación del mal. Jesús escribe con amor también sus últimos días y esto nos tiene que decir algo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.