Jueves 6 de julio

Jueves 6 de julio
Santa María Goretti, virgen y mártir

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 9, 1-8

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados. Algunos de los letrados se dijeron: Este blasfema. Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: ¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: «tus pecados están perdonados», o decir «levántate y anda»? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados dijo dirigiéndose al paralítico: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa. Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Pistas: Unos le llevan a Jesús a un paralítico y por la fe de ellos Jesús le perdona los pecados y le cura. Lo primero que podemos aprender hoy es la importancia de acercar a los demás a Jesús con fe. Tenemos que redescubrir el poder con el que Jesús actúa a través de la oración personal y comunitaria. Al final del Evangelio dice: “La gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad”. No dice “que dio a Jesús” sino “que da a los hombres”. Porque Jesús ha compartido su poder con nosotros. La comunidad a la que escribe San Mateo está experimentando que por medio de Jesús tienen la potestad de luchar con poder contra el mal, el pecado y el sufrimiento. Hoy Jesús te dice que hay poder en la fe, que si te acercas y acercas a los demás a Él verás cosas grandes.
Jesús perdona los pecados. Los judíos no conseguían comprender esto, porque sólo Dios puede perdonar y no reconocían ese poder a Jesús. El poder para perdonar los pecados es una de las claves para comprender quién es. Fíjate en el orden: perdona sus pecados y le sana de su parálisis. Como hemos reflexionado más veces, el pecado se parece a las enfermedades que Jesús cura: nos paraliza, nos postra, no nos deja ser libres (como el paralítico de hoy), no nos deja ver, no nos deja avanzar, nos aísla (como los ciegos y sordos que Jesús sana).
Jesús sana integralmente a la persona. También nos puede ayudar el Evangelio de hoy a recordar esta dimensión integradora de la fe. No puede quedar reducida al ámbito de lo privado o de lo espiritual. No podemos contentarnos en la Iglesia con el culto, ni tampoco con la acción social. No puedes conformarte en tú vida con rezar y luego vivir como si no tuvieras fe. Si crees, tiene que notarse en tu día a día. Jesús es el Señor de todo tu ser, de toda la realidad, y si te encuentras con Él y le acercas a los demás habrá salvación y vida. Comprobarás el poder de Jesús en ti y a través de ti en los demás.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.