Jueves 5 de octubre
Témporas de acción de gracias y de petición
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
Evangelio según san Mateo 7, 7-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!»
Pistas: Pedir, buscar, llamar, sabiendo que el Padre es bueno. Jesús enseña que éste es el camino: el de la confianza, el de saber a quién le rezamos.
Pero y entonces ¿por qué a veces mi oración parece que no es escuchada? ¿por qué pido salud, suerte, dinero, que se cure alguien a quien quiero, que me ayude o que ayude a otros con problemas y no sucede nada? ¿es porque no soy suficientemente bueno, no lo merezco o Dios me castiga? Nada de eso. Dios es Padre y nos ama y desea nuestro bien. Es verdad que el pecado nos aparta del amor de Dios y nos hace sufrir. Pero Él nunca deja de amarnos, seamos como seamos o estemos como estemos.
El sufrimiento, la oración aparentemente no escuchada, forma parte del misterio de la cruz. Y Jesús nos enseña que Él padeció, fue insultado, vapuleado, criticado, no entendido y condenado a muerte. Pero su oración sí fue escuchada, la cruz fue vencida, la injusticia fue superada, el pecado fue derrotado… y no por el camino que cualquiera de nosotros hubiéramos imaginado. Así que, en esa oración que aparentemente no es escuchada, encontrarás salvación, encontrarás lo que necesitas, aunque ahora no lo entiendas ni lo veas.
Pide, llama y busca con fe. La Palabra de Dios no miente y no falla. Cumple lo que promete. Pide y recibirás, llama y se te abrirá, busca y encontrarás. Dios es bueno, Dios te ama, Él no falla. Reza sabiendo a quién le rezas: Al Dios del amor y la salvación.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.