Jueves 5 de abril
Jueves de la octava de Pascua
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
Pistas: No basta sólo el encuentro con Jesús. Ni siquiera basta sólo la Eucaristía, como leíamos ayer: les explicó la Escritura y les partió el Pan. Hace falta hablar de todo ello en la comunidad. Hace falta experimentar a Jesús en comunidad. Por eso es necesaria la Iglesia, en la que poder encontrarse con Jesús, en la que poder descubrir que es real, no es un fantasma, no es una ideología, no es un invento. Es una persona que se hace presente en la Eucaristía, en la comunidad, en la oración, en la Palabra, en el prójimo…
Jesús es real y está vivo. Por eso, les hace vivir esta experiencia a sus discípulos para que puedan ser testigos. Y por eso hoy quiere hacértela vivir a ti, y a su Iglesia. Experimentarlo, creerlo, contarlo, es vivir la fe, es tener una relación con Jesús, es comenzar a entender que su Reino comienza ya aquí.
De nada sirve saber muchas cosas de Jesús, muchas cosas de la fe, si Jesús no te “abre” el entendimiento. Necesitas el don del Espíritu Santo, y esto se recibe en la comunidad, en la Iglesia. Lo necesitas para poder creer y proclamar: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”. Y tú, si lo experimentas, podrás ser testigo de ello. Podrás vivir y llevar a los demás la Buena Noticia de Jesús. Podrás ser verdaderamente discípulo de Jesús.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.