Jueves 3 de agosto
XVII semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y a los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entendéis bien todo esto? Ellos le contestaron: Sí. Él les dijo: Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo. Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
Pistas: Volvemos a meditar este Evangelio que leímos hace pocos días. Nos recuerda que la Iglesia no es la comunidad de los perfectos, en ella hay gente de “toda clase”. No pierdas energías y fuerzas juzgando a los que van contigo. Pero esto no significa que dé todo igual. El final depende de cómo hayas vivido. Así que lo más importante es que mires tu propia vida.
¿Cuántas veces juzgamos a los demás aunque el problema lo tenemos nosotros? ¿Cuántas veces criticamos las situaciones, las personas, la institución… cuando los que tenemos que cambiar somos cada uno personalmente? En ocasiones parece que da igual, que a los malos les va bien y a los buenos no. Es fácil caer en el ¿para qué esforzarse? Pero nosotros sabemos que Jesús no defrauda.
Todos estos días Jesús nos habla del Reino, ayudándonos a comprenderlo. A descubrir cuál es el camino que quiere para sus discípulos. Y hoy nos dice que cuando aprendamos seremos capaces de ser luz para otros, de ayudarles a conocer a Jesús y su enseñanza.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.