Jueves 26 de abril

Jueves 26 de abril
San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

Pistas: Hoy también, por la fiesta de San Isidoro, la liturgia nos propone otras lecturas. El pasaje que has leído presenta un mensaje que Jesús repite muchas veces: pone el ser, la autenticidad, el interior, por delante del interés, la apariencia o el exterior.
Dice a sus discípulos: sois sal y sois luz. No les dice que tienen que serlo, porque realmente lo son. En esto se convierte el que cree en Jesús. En alguien que transforma las cosas, que pone luz en la oscuridad. Forma parte de la esencia del cristianismo cambiar el mundo. Pero si la sal no quiere salar, si la luz no quiere alumbrar, pierden su identidad, se desvirtúan. Si el cristiano no vive como discípulo de Jesús, no deja que la fe en Jesús transforme su vida, si no da testimonio ¿qué será?
También cuando una comunidad cristiana deja de cumplir lo que has leído en el Evangelio, poco a poco enferma, pierde fuerza, deja de ser verdaderamente cristiana y finalmente o vuelve a su identidad o desaparece.
El Espíritu Santo es el que hace posible todo esto. Por eso, en este tiempo de Pascua, pídelo. Pídele al Señor estar lleno del Espíritu Santo. Eres sal y luz, y con la fuerza del Espíritu Santo estás llamado a que esto se note en tu día a día.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.