Jueves 21 de septiembre
San Mateo, apóstol y evangelista
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió.
Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Pistas: Juzgar, clasificar en buenos y malos, teniendo como criterio si encajan o no en nuestra manera de hacer y entender las cosas, sigue siendo una fuerte tentación en nuestra Iglesia y en la vida de cada uno de nosotros. Pero Jesús nos enseña a mirar siempre más allá.
Si te sientes pecador, si te sientes lejos de Dios, incluso si como los publicanos eres juzgado y mal mirado: No temas. Jesús se va a sentar a comer contigo. Y sus discípulos deberíamos hacer lo mismo.
Si ocupas un puesto de responsabilidad en la Iglesia o, simplemente, los demás saben que eres creyente, recuerda lo que dice Jesús en el Evangelio de hoy: No clasifiques a las personas ¿Cuántas veces bajo la apariencia de hacer lo correcto en realidad estamos juzgando, apartando a la gente de Jesús? ¿cuántas oportunidades perdernos de sentarnos en la mesa con aquellos a los que Jesús llama?
“Misericordia quiero y no sacrificios”. Podríamos traducir hoy esta frase que Jesús dice a los fariseos de este modo: misericordia quiero y no religiosidad superficial, ni apariencias. Misericordia quiero y no estructuras, modos… Como enseña siempre Jesús hay que elegir entre vivir desde el corazón y en su amor, o en el juicio, la superficialidad, la apariencia y la mentira.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración