Jueves 2 de marzo

Jueves, 2 de marzo
Jueves después de ceniza

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»

Pistas: Al comienzo de la cuaresma se nos presenta la meta para la que nos preparamos. Jesús anuncia su pasión, el rechazo de los suyos, su muerte y resurrección.
Jesús elige el camino del amor al Padre y a nosotros, es fiel y obedece a la voluntad del Padre. Va delante de nosotros abriendo el camino. Por eso puede decir hoy en el Evangelio: “El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y se venga conmigo”.
Nos muestra cuál es el camino. Negarse a uno mismo ya sabéis que no tiene nada que ver con despreciarse a uno mismo sino con no obedecer siempre a los impulsos, deseos, caprichos… Supone ser más libre para elegir el bien venciendo las tentaciones. Pero hay dificultades, luchas y sufrimientos, porque vivir como discípulo de Jesús lleva consigo también la realidad de la cruz. Confiar en Dios, saber que su amor no falla, implica cargar con la cruz de cada día pero a la vez sabiendo que Dios no nos va dejar (aunque en algún momento podamos gritar: “Padre ¿Por qué me has abandonado?”). El final de la cuaresma será descubrir que perder la vida es ganarla, que morir es vivir, que amar y entregarse es vencer al mal, a la muerte y al pecado.
Por tanto, el Evangelio nos introduce en la cuaresma, con la mirada puesta en la meta: Jesús que muere y resucita. Hoy aprendemos que perdiendo se puede ganar ¿Qué hay que hacer? Síguele: niégate a ti mismo (rechaza el pecado, lucha contra el mal y las tentaciones, conviértete), carga con la cruz de cada día (confía en Dios, lucha, ve con Él), camina con Jesús y ganarás la vida.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.