Jueves 17 de mayo
San Pascual Bailón, religioso
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Hechos de los apóstoles 22, 30; 23, 6-1 1
En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos.
Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.»
Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.)
Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: «No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?»
El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.
La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: «¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»
Pistas: Pablo ya está en Jerusalén. Los judíos temen el nuevo camino. Han tenido ya muchos conflictos con los Apóstoles. Al llegar Pablo, le conocen, porque era un judío que perseguía cristianos y después se pone a anunciar a Jesús a todos. No sólo a los judíos, sino a todos. Son conscientes de la apertura que supone su manera de presentar el mensaje de Jesús y de lo que ha hecho en sus viajes. Y a ellos lo único que les preocupa es que ven peligrar la “pureza” del judaísmo. Así que después de un altercado en el que están a punto de matarlo y se salva por los pelos al aparecer los romanos, es detenido. Pablo apela a su ciudadanía romana y consigue que quieran aclarar lo que está sucediendo.
Así llegamos a lo que has leído. Sumos sacerdotes, sanedrín en pleno y Pablo ante el tribuno romano. Se cumplen las palabras de Jesús: “Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.”. (Lc 21, 12-14) Pablo conseguirá dar testimonio y dejar en evidencia la división de sus enemigos.
El Espíritu guía a Pablo, le mueve a ir a Jerusalén, le ha prometido que dará testimonio y le da fuerzas para poder hacerlo. No es fácil. Sólo es posible porque Pablo sigue adelante, se esfuerza y se abandona al Espíritu. Se deja guiar por Él. Sólo es posible que se manifieste la acción del Espíritu por la vivencia previa de Pablo y su trabajo.
¡Ánimo! le dice el Señor a Pablo. Y ¡ánimo! te dice también a ti. El Señor te guía, te conforta a ti también cuando sigues su voluntad. Ante las dificultades no te dejará sólo.
Tú eliges: el apasionante mundo de cumplir su voluntad y vivir en el Espíritu, o ser como los judíos de esta lectura. Eliges si quieres vivir una vida completa o te conformas sólo con una parte. Eliges poner en tu vida a Dios o dejar pasar la oportunidad de descubrir lo que Él te tiene reservado.
Relee la Lectura, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.