Jueves 15 de febrero

Jueves 15 de febrero

Jueves después de Ceniza

(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Lucas 9, 22-25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, s er desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»

Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?».

Pistas: Jesús no hace falsas promesas. El camino que Él propone no es el más fácil, pero sí es el que salva. Es el que hace ganar nada menos que la vida, el que conduce a la felicidad. Y no son sólo palabras. Jesús va delante. No oculta el sufrimiento y les anuncia lo que va a suceder. Y hasta que se encuentren con Él resucitado y reciban la fuerza del Espíritu Santo no podrán entender el alcance de estas palabras.

Jesús enseña que la salvación pasa por seguirle. Y esto tiene unas condiciones: hay que negarse a uno mismo. Si lo piensas bien, las cosas que merecen la pena siempre requieren esfuerzo. Para lograr lo que es verdaderamente importante en la vida uno necesita luchar, esforzarse, renunciar muchas veces a lo que le apetece por lo que realmente quiere hacer o alcanzar. Los padres que cuidan a sus hijos, el estudiante que se esfuerza, el trabajador que lucha por lograr sus objetivos, el que está enamorado y lucha por ese amor, el deportista… Negarse a uno mismo es buscar el bien y la verdad por encima del interés.

Seguir a Jesús implica también cargar con la cruz de cada día. No vivir instalado en la queja o en la desesperación, sino abrirse a la confianza en Dios que es Padre, que es Amor. Nosotros ya sabemos el desenlace: Dios vence a la muerte, al mal y al pecado. Jesús ya lo hizo por nosotros y Él nos espera al final, en el triunfo definitivo.

Entregando la vida, perdiendo la vida por Él, es como se gana. Podemos poner muchos ejemplos: se gana la vida entregándola como misionero. Se gana la vida renunciando al camino fácil y buscando el bien de los demás por encima de los propios intereses. Se gana descubriendo el camino que Jesús tiene para ti, siguiéndole. Porque así encontrarás el mayor tesoro que puedes imaginar: ganarás tu propia vida siguiendo a Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.