Jueves 13 de abril

Jueves 13 de abril
Jueves Santo en la Cena del Señor

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Juan 13, 1-15.
Antes de la Fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara) y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro y este le dijo: Señor, ¿lavarme los pies tu a mí? Jesús le replico: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le contestó: Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo. Simón Pedro le dijo: Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. (Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»)
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «El Maestro» y «El Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

Pistas: La segunda lectura de la misa de hoy nos cuenta la institución de la Eucaristía. San Pablo nos hace llegar las palabras de Jesús en la Última Cena: “Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía». Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva” (1 Cor 11, 23-26).
En la Cena de la que nos habla hoy el Evangelio Jesús crea la Eucaristía. Y después realiza un acto simbólico que tiene una gran importancia para comprender lo que tiene que suceder después de celebrar la Eucaristía. En la cultura judía había que lavarse los pies al llegar a casa o antes de comer (recordad que comían recostados, no sentados en mesas como nosotros). Y ayudar a ello era una tarea reservada a los sirvientes o a los esclavos. Termina la cena y Jesús se pone a lavarles los pies. Se lo ha dicho con palabras, pero quiere que se les quede grabado. ¡Cómo les impactaría ver a Jesús hacer eso! Puedes imaginarte la escena en su contexto y tratar de entender el alcance de esta enseñanza de Jesús.
“¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?” Es el mandato del amor fraterno el que Jesús remarca hoy. San Juan nos dice: «Los amó hasta el extremo». Así debemos vivir si queremos ser fieles a Jesús. Y tú ¿cómo lo estás viviendo?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.