Jueves 12 de abril
II semana de Pascua
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Hechos de los apóstoles 5, 27-33
En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles a presencia del Sanedrín, y el sumo sacerdote les interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos.
Pistas: Los Apóstoles obedecen a Jesús y continúan el camino que Él les marcó. ¿Cómo se van a callar si el que vieron morir en la cruz está vivo? ¿cómo se van a callar la verdad que trae salvación y vida a los hombres? ¿cómo no van a anunciar que Jesús es el que salva y que todo lo que dijo es verdad?
Y, además, tienen el poder del Espíritu Santo para hacerlo. No sólo dan un testimonio humano, sino que cuentan con la fuerza y la guía de Dios. El Espíritu Santo no sólo les ha movido al principio, el día de Pentecostés, dándoles valor, sino que dejarse llevar por Él, lanzarse, trabajar, caminar, perseverar, ser fieles, hace que Dios les llene más. Por eso dicen: “El Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen”.
Ellos son testigos. No hablan de una teoría, ni de una ideología, sino de vida, de una persona, de verdad, de luz, de victoria sobre la muerte. Las dificultades no cesan: les detienen, les interrogan, les prohíben… La situación no mejora; al contrario. Pero el Espíritu Santo sigue abriendo camino al Evangelio, a través de esos hombres perseguidos y acosados, pero que tienen a Dios en su corazón y le obedecen. Ya no ven las cosas desde el punto de vista meramente humano, sino que han entendido cuál es su misión y que Dios no falla.
Ilumina tu vida, tu comunidad, tu situación y pregúntate: ¿qué me quiere decir hoy Dios?
Relee la lectura, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.