Jueves 10 de mayo

Jueves 10 de mayo
San Juan de Ávila, presbítero y doctor de la Iglesia

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Hechos de los apóstoles 18, 1-8
En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma.
Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a trabajar en su casa; eran tejedores de lona. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, sosteniendo ante los judíos que Jesús es el Mesías.
Como ellos se oponían y respondían con insultos, Pablo se sacudió la ropa y les dijo: «Vosotros sois responsables de lo que os ocurra, yo no tengo culpa. En adelante me voy con los gentiles.»
Se marchó de allí y se fue a casa de Ticio Justo, hombre temeroso de Dios, que vivía al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios que escuchaban creían y se bautizaban.

Pistas: Corinto, una ciudad con puerto y con gran actividad comercial, mezcla de culturas, de razas… es el siguiente destino de Pablo. Primero va a los judíos, a los suyos, va a la sinagoga y discute con ellos “esforzándose por convencer a judíos y griegos”.
Pablo hace lo que sea necesario y conveniente para anunciar el Evangelio. Compagina su labor evangelizadora con trabajar para ganarse su sustento, pero después se dedica por entero a evangelizar. Se amolda a las circunstancias. A veces parece que para vivir el Evangelio y anunciarlo necesitamos la comunidad perfecta, la situación perfecta… y ésta nunca aparecerá. La tenemos que intentar construir nosotros o, mejor dicho, llenarnos del Espíritu Santo para que Él pueda construirla.
Los judíos le rechazan y él persevera anunciando con valentía. Pero finalmente hace lo que Jesús enseñó. Se sacude el polvo de sus vestiduras y sigue adelante. El mensaje del Evangelio se propone, no se impone. Uno es libre y responsable de esa libertad.
Sabemos por la Carta a los Corintios que aquí se establecerá una comunidad floreciente y el libro de los Hechos nos cuenta sus primeros pasos. En la historia, las personas, las circunstancias, Dios escribe su historia, porque es la suya. También ahora, en donde tú estés, Dios está escribiendo su historia. Por ello, tenlo presente en tus actuaciones, en tu forma de presentar a Dios a los demás, en tu forma de trabajar en tu parroquia, comunidad o grupo, en tu forma de ser. Y reza, cree y entra en su salvación.

Relee la lectura, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración