Jueves, 1 de Junio
San Justino, mártir
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Pistas: Después del paréntesis de la fiesta de ayer, seguimos leyendo la oración de Jesús.
Jesús ora por los que crean por el testimonio de sus discípulos. Y pide el don de la unidad. Pero no de cualquier tipo. No una unidad que sea uniformidad o que anule, o que nazca de acordar unos mínimos o de imponer una manera de hacer las cosas. Sino como la del Padre y el Hijo, una unidad perfecta en una diversidad perfecta. Porque el Padre no es el Hijo ni el Hijo el Padre, pero ambos son un solo Dios. Ser uno en esta perspectiva es amar. Sólo el amor puede crear este vínculo. Sólo el Espíritu Santo (que es el amor de Dios, que es Dios amando) puede crear la unidad que Jesús pide. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tan unidos que son un solo Dios. Tan diversos que son tres personas. Y, entonces, viviendo en el amor, unidos, el mundo podrá creer.
Jesús quiere que contemplemos su gloria, es decir, que le veamos repleto en su humanidad de Espíritu Santo. Que contemplemos el misterio de la resurrección y nos encontremos con Él vivo. Glorificado nos introduce en la vida misma de Dios y nos da el Espíritu Santo y sus dones. Jesús quiere que los que creemos en Él nos podamos sumergir en su misterio y en el misterio de Dios. Y para ello intercede por nosotros porque Él es el camino hacia Dios.
Jesús reveló en su vida terrena quién es Dios, el nombre de Dios. Y sigue haciéndolo resucitado, para que el amor de Dios esté con nosotros. Y cuando Dios ama, viene al corazón del hombre, nos llena de Espíritu Santo y sus dones, nos transforma venciendo al pecado y a la muerte, haciéndonos libres, llenándonos de fe, esperanza y amor, concediéndonos los dones del Espíritu.
En esta oración Jesús te recuerda que Dios te ama y es justo. Asómate al misterio de Dios, pídele que todo esto se haga realidad en tu vida, y que venga sobre ti el Espíritu Santo.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.