Domingo 08 de octubre
XXVII domingo del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Respóndele con tu oración)
Evangelio según San Mateo 21, 33-43
En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo:
Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.
Por último, les mandó a su hijo diciéndose: «Tendrán respeto a mi hijo.» Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: «Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.» Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos.
Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente»? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de los Cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
Pistas: Jesús habla muy duro a las autoridades religiosas de su tiempo. En esta parábola el dueño de la viña es Dios, la viña es su pueblo, es Israel, los enviados son los profetas, el hijo es Jesús, y los que tienen arrendada la viña representan esas mismas autoridades religiosas a las que habla. Se han apropiado injustamente de la viña y creen que es suya. Buscan por todos los medios el poder y su propio beneficio.
Pero Dios, en Jesús, hará nuevas las cosas. El hijo muerto es Jesús. Pero la herencia no será para ellos. Allí donde piensan que vencen, precisamente pierden.
Cristo es “la piedra desechada por los arquitectos”. Crucificado es desechado, parece derrotado y por fin lo quitan del medio y pueden seguir con su manera de hacer las cosas. Pero Dios, con el poder del Espíritu Santo, le resucita y hace vencedor, colocándolo como piedra angular. La que sustenta el edificio, sin la cual la construcción se caería. Él es el cimiento del nuevo pueblo, de la Iglesia, su Iglesia, la Iglesia de Cristo.
Tú y yo somos ese nuevo pueblo, que no puede apropiarse de la salvación de Jesús, sino que tiene que dar fruto. Éste es un gran regalo: disfrutamos de la “viña” del Señor. Tenemos todo lo que Jesús alcanzó para nosotros: vida eterna, salvación, perdón, ser hijos, al mismo Espíritu Santo… pero corremos un riesgo: creer que tenemos derecho, que la viña es nuestra o despreciar este regalo y conformarnos con vivir de cualquier modo. Nos la da, para que seamos un pueblo que produzca frutos.
Así pues, piensa qué estás haciendo tú con lo que recibes de Dios. Ora, reconoce el regalo que Dios te hace y da fruto.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.