Domingo 7 de enero
Bautismo del Señor
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Marcos 1, 7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»
Pistas:
Se acaba la Navidad con la fiesta del Bautismo del Señor. En este acontecimiento sitúan los Evangelios el comienzo de la vida pública de Jesús que iremos recorriendo con el Evangelio de cada día.
Como hemos venido repitiendo, Jesús es aquel a quien Juan el bautista anunciaba, el que cumple las promesas del Antiguo Testamento. Jesús es el Mesías, que significa ungido. Y esto queda claro el día en que hace que Juan le bautice. Jesús es el hombre lleno del Espíritu. Como si el Padre quisiera confirmar a Jesús y su misión, como si quisiera que no hubiese duda de quién es, el Evangelio de hoy nos cuenta dos signos: el Espíritu que desciende sobre Jesús y la voz del cielo que anuncia: “mi Hijo amado, mi predilecto”.
Al leer el Evangelio seguiremos viendo cómo Jesús revela a Dios guiado por el Espíritu. Sus decisiones, su misión, su fuerza, su poder y sus milagros nacen de la presencia del Espíritu Santo. Ya sabes cómo termina la asombrosa historia de Jesús: muere en la Cruz. Pero el mismo Espíritu Santo por el que fue engendrado y que le movió en su vida, lo resucita.
Jesús había prometido el Espíritu a sus discípulos. Y cuando su humanidad resucitada está repleta y asumida plenamente en la vida de Dios -por su muerte y resurrección-, Jesús se convierte en fuente, en donador del Espíritu. Y no sólo el Hijo se ha hecho hombre, sino que el Espíritu Santo habitará para siempre en el corazón de aquellos que lo acogen, en la Iglesia, en el mundo, por medio de Jesús.
La luz de Jesús no será algo externo que se contempla como quien ve un espectáculo. El Espíritu enciende esa luz en tu interior. Y entonces todo es nuevo. Dios no ya no está lejos, es el Dios-con-nosotros y es el Dios en nosotros (el Espíritu Santo). ¡Qué grande el regalo de Dios, que no es otro que Dios mismo! Y, si lo quieres, estará en tu vida.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.