Domingo 27 de agosto

Domingo 27 de agosto
Semana XXI del tiempo ordinario, ciclo A

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 16, 13-20
En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo. Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Pistas: “Dichoso tú”. Dichoso tú si eres capaz de profesar tu fe.
Dos preguntas lanza hoy el Evangelio: ¿Quién dice la gente que es Jesús? Y para ti ¿quién es? Si tienes fe, dichoso tú porque Dios te la ha regalado. Si te sientes un poco frío, pídela. No vivas de oídas. Necesitas experimentarlo en tu corazón (en tu interior) que Jesús es quien dice ser. Que en Él hay verdad, vida y salvación. La fe es un don, pero al mismo tiempo hay que dar el paso de responder y decir quién es Jesús. Reza con esto. Dale gracias a Dios por la fe, o pídele, o las dos cosas, y confiesa con tu corazón y con tus labios que Jesús es el Señor de tu vida.
Una vez que Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, Jesús le da una misión y le capacita para llevarla a cabo. Le manda ser cimiento de la Iglesia y le da poder para ello. Esto mismo pasará en tu vida si te acercas a Jesús con fe. Te mostrará un camino y te dará fuerza para recorrerlo. Tal vez te parezca que te pide cosas imposibles, pero te dará la fuerza para hacerlas. Una fuerza interior que nada ni nadie podrá quitarte si permaneces unido al Señor. La fuerza del Espíritu Santo que, unido al tuyo, te capacitará para vivir como discípulo de Jesús y construir su Reino en tu vida y en el mundo. Te hará capaz de descubrir y cumplir su voluntad.
Si quieres, reza también con esto. Pídele al Señor conocer y seguir sus caminos, descubrir qué quiere de ti y saber que tienes la fuerza para hacerlo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.