Domingo 25 de febrero
II domingo de cuaresma
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Marcos 9, 1-9.
En aquel tiempo Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban asustados y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Pistas: Jesús se lleva a Pedro, Santiago y Juan a una montaña. Para los judíos es el lugar de teofanía, de manifestación de Dios. Y allí Jesús muestra a sus discípulos, a los que había anunciado su muerte, el resplandor de su divinidad. La luz de Jesús brilla. Se transfigura ante ellos. Jesús aparece como la plenitud de la revelación, conversa con Moisés (la ley) y Elías (los profetas), para hacer entender a sus discípulos que el Antiguo Testamento habla de Él, y que lo que se anunció se cumplirá. Y en medio de una nube –algo muy significativo también para los judíos-, se oye una voz: “Es mi Hijo amado, escuchadlo”.
Pero no basta con quedarse ahí. No basta disfrutar de la verdad que se descubre al acercarse a Jesús o de la paz que se puede encontrar en Él. Jesús se pone en marcha hacia Jerusalén, ahí entregará su vida. Morirá y parecerá el fin de todo. Pero después podrán comprender qué significa eso de “resucitar de entre los muertos”. Por fin comprenderán el alcance de lo vivido en ese monte y quién es aquél a quien siguieron.
La cuaresma nos hace mirar también hoy a Jesús: verdadero Dios, el Hijo, la Palabra hecha carne, la plenitud de la revelación de Dios. Nos hace mirarle para poder comprender el alcance de lo que sucede en la Pascua. Mira a Jesús en este día. Tiene algo que decirte hoy a ti. Acércate al que resucitó y vive para siempre.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.