Domingo, 22 de octubre
Ciclo C. XIX del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 22, 15-21
En aquel tiempo, los fariseos se retiraron y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: ¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto. Le presentaron un denario. Él les preguntó: ¿De quién son esta cara y esta inscripción? Le respondieron: Del César. Entonces les replicó: Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Pistas: En una sociedad dividida como la judía, esta pregunta pretendía comprometer a Jesús. Por un lado, los partidarios de Herodes eran colaboracionistas con los romanos. Por otro, los zelotes y, en teoría, los fariseos no estaban dispuestos a permitir que una nación extranjera dominase al pueblo de Dios y se oponían al impuesto. Así que, fuese cual fuese la respuesta de Jesús se iba a enfrentar con una de las posiciones.
Detrás de la pregunta no hay ningún deseo de buscar la verdad. Utilizan todos los recursos a su alcance para intentar quitar a Jesús del medio. Les molesta que Jesús viva en la verdad porque les señala sus pecados. Y le tienden una trampa.
Nuestra sociedad actual no es muy distinta ¿Cuántas veces vamos contra el inocente porque nos deja en evidencia? ¿Cuántas veces fomentamos la división, sin importarnos la verdad, para lograr nuestros fines? La hipocresía, la apariencia, mantener la imagen o la posición siguen siendo en nuestra sociedad el origen de muchos males.
La respuesta de Jesús es sorprendente. A aquellos que no buscan la verdad les intenta poner frente a su verdadera motivación: "¿Por qué me tentáis?" Pero no responden. Realmente buscan tener motivos para acusar a Jesús. Así que Jesús contesta de tal modo que hace que cada cual tiene que enfrentarse a su propia realidad y decidir personalmente: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
No significa que los cristianos tengamos que mantenernos al margen de la vida política y administrativa. Busca dejar patentes tus motivaciones y que cada uno dé sus propias respuestas.
El Evangelio te plantea que tienes dos opciones: Vivir en la verdad o dejar que la hipocresía, la mentira y el interés se apoderen de tu vida. Si das a Dios lo que es de Dios eso te hará luchar por una sociedad justa y encontrar el camino para hacerlo.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.