Domingo 12 de Marzo

Domingo 12 de marzo
II domingo de cuaresma

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Respóndele con tu oración)

Evangelio según San Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomo consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces tomó la palabra y dijo a Jesús: Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y tocándolos les dijo: Levantaos, no temáis. Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

Pistas: Este texto tiene una fuerte carga simbólica. La luz, el blanco, señalan la divinidad de Jesús. Moisés y Elías representan la revelación de Dios en el Antiguo Testamento: la Ley y los profetas. Conversan con Jesús, es decir, hay continuidad entre lo viejo y lo nuevo. La montaña, la nube, les recuerdan a los apóstoles teofanías –manifestaciones de Dios- en las que Dios ha hablado a su pueblo. La voz del cielo que les da la clave: Jesús es el Hijo, hay que escucharle.
Y ésta es también la clave para nuestra cuaresma: escuchar a Jesús, ver su gloria, poder estar con Él en el lugar en que Dios habla (en la oración), y bajar después al mundo, a nuestra vida. Sólo en Jesús encontrarás el camino hacia Dios. Sólo en Él podrás encontrar verdad y vida. Sólo aprendiendo a vivir como discípulo suyo serás verdaderamente libre.
Si te asustas y crees que todo esto te supera, no temas. Si crees que esto no es para ti, no desistas. Jesús se acercará, te tocará, te levantará e irá contigo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.