Lunes 29 de junio

Lunes, 29 de junio
Solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Pistas: ¿Quién dice la gente que es Jesús? Piénsalo un momento… Y ahora ¿Quién es Jesús para ti? ¿Qué significa en tu vida? ¿Qué lugar ocupa?
Este Evangelio nos da una clave muy importante: conocer a Jesús es un don. Necesitas que el Espíritu Santo despierte en ti la fe para que puedas conocer quién es verdaderamente Jesús. Por eso, nuevamente Él te invita a la oración, a la escucha de su Palabra, a dejar que lo que lees y rezas cada día no sea una teoría bonita, sino que se haga vida en ti. No es un manual de ideas o comportamiento, sino una relación en la que día a día conoces mejor a Jesús y entras en el misterio de Dios.
También descubrimos que primero es el encuentro con Jesús y después la misión. Primero es el ser y luego el hacer. A veces queremos hacerlo al revés en nuestra propia vida y, si tienes esa responsabilidad, en la de las personas que acompañas en la fe. Pero, primero, descubre quién es Jesús, escucha el sueño que Él tiene para ti, y te dará el poder y la fuerza para llevarlo a cabo como se lo dio a San Pedro. Y no te quedes quieto una vez que Dios te muestre su sueño en tu vida. No esperes a tenerlo todo claro para lanzarte.
Pedro se atrevió a responder. En una ocasión se lanzó de la barca y caminó sobre el agua por su fe en Jesús. Es verdad que luego se hundió y necesitó que Jesús le sacase a flote, porque las dudas le hicieron tambalearse. Pero hizo posible lo imposible. Llegó incluso a negarle, pero siempre, siempre, volvió a Jesús. Y es que Jesús te va a dar las herramientas para que cumplas lo que te pide. No te va a abandonar.
¿Estás dispuesto a responder quién es Jesús para ti? ¿Estás dispuesto a escucharle y seguirle? ¿Estás dispuesto a descubrir que cumple lo que promete, también en ti?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida

Domingo 28 de junio

Domingo, 28 de junio
XIII domingo del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 10, 37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.

Pistas: Las dos primeras afirmaciones sobre la familia parecerían propias de un fanático, pero no de Jesús, que invita al amor y la misericordia. Sin embargo, deja claro que lo más importante es seguirle y amarle (porque hacerlo con Él es hacerlo con el que le ha enviado, el Padre).
No es excluyente amar a la familia y seguir a Jesús. Todo lo contrario. Si pones a Jesús en el centro de tu vida, si descubres que amar a Dios sobre todas las cosas llena tu corazón de amor y misericordia, entonces amarás más y mejor a tu familia. Porque amar a Jesús te da el Espíritu Santo, hace que te parezcas a Él, que entregó su vida por amor. Pero si comienzas a poner otras cosas por delante, un día te encontrarás perdido.
Cuando las cosas buenas -como amar a la familia, o el amor a uno mismo- se convierten en el centro de la existencia o se desvirtúan, terminan siendo ídolos, ocupan el lugar de Dios y nos roban la felicidad. Así, la primera parte del Evangelio de hoy es una llamada a poner a Jesús en el centro: Amarle, dar la vida por Él y tomar la cruz. Esto último significa aprender de Jesús, alejarnos de la queja y la desesperación. Porque sabemos que el amor y el poder de Dios son más grandes que las cruces de la vida, aunque éstas pesen, sean difíciles, injustas… Jesús nos lo enseñó cargando con la cruz.
La segunda parte hace referencia a que este seguimiento de Jesús, que es exigente, tendrá su recompensa. Es la otra cara de la moneda de la llamada de Jesús a verle en el pobre, en el que sufre y nos necesita. En el fondo, según tratemos al prójimo se refleja si el amor de Dios está en nuestro corazón.
Hoy recibes una invitación a amar a Jesús y seguirle con todas las consecuencias. Él ha entregado todo por ti, amándote hasta el extremo, y te anima a acompañarle con radicalidad en este camino de amor. El reto que te propongo para esta semana es que te dejes amar por Él. Saca tiempo para estar con Jesús, sólo así podrás experimentar que lo que te dice el Evangelio de hoy es cierto.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Sábado 27 de junio

Sábado, 27 de junio
Semana XII del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. Él le contestó: Voy yo a curarlo. Pero el centurión le replicó: Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno «ve», y va; al otro, «ven», y viene; a mi criado, «haz esto», y lo hace.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; en cambio a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído. Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».

Pistas: Dos milagros de Jesús: el criado de un centurión (un extranjero) y la suegra de Pedro (una mujer). Ayer explicábamos que Jesús se acerca a tres sectores marginados, despreciados o puestos en segundo plano en su tiempo: los enfermos, los extranjeros –paganos- y las mujeres.
La fe del centurión logra el milagro. Jesús pone de relieve la confianza absoluta de este hombre en Él y se lo hace ver a sus discípulos, que tendrán que aceptar que el mensaje del Reino es para todos.
El Evangelio de San Mateo se escribe cuando ya se ha producido la ruptura entre el judaísmo y los seguidores de Jesús. Y nos deja como mensaje que no hay privilegios. Muchos extranjeros entrarán en el Reino de los cielos y muchos ciudadanos serán echados fuera. No se trata de una cuestión de raza, posición social o la clase a la que se pertenezca. Jesús rompe con todo esto. Es cuestión de fe. De encontrarse con Jesús y creer en Él.
En el caso de la suegra de Pedro, cuando Jesús la toca, sana y ella se pone a servirles. ¿Qué quiere decir esto? Que Jesús te salva y te libera. El pecado ya no tiene poder sobre ti, el mal ya no te esclavizará. Fíjate el simbolismo de la fiebre, estar postrado, sin fuerzas, incluso con alucinaciones, fuera de la realidad. Pero cuando Jesús llega todo cambia, levanta de la postración, da nuevas fuerzas. Jesús es tu carta de libertad.
Endemoniados y enfermos son sanados por Jesús: cura, salva, libra del mal y del pecado. Y todo esto no es algo del pasado. Es para tu vida y la de los tuyos. No importa cómo estés, quién seas o cómo te sientas… sólo necesitas tener fe.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes 26 de junio

Viernes, 26 de junio
Semana XII del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 8, 1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Extendió la mano y lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio! Y enseguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.

Pistas: Después del Sermón de la montaña que hemos ido leyendo todos estos días comenzamos una parte dedicada a curaciones milagrosas. Las primeras tienen que ver con el acercamiento de Jesús a los excluidos y marginados de su tiempo (un leproso, un pagano y una mujer).
Los leprosos eran expulsados de la comunidad y tenían que vivir al margen de la sociedad, avisando de su presencia para que nadie se les acercase. Sin embargo, Jesús le toca para curarle. Además del propio significado de acercarse al marginado, al despreciado y desechado, al intocable, en una lectura espiritual nos fijamos en que a Jesús no le da asco tu pecado, tu indignidad o cómo estés. Da igual que los demás te señalen y te sientas fuera, marginado, apartado. Si te acercas a Él, a Jesús, te tocará y te salvará. El leproso se acerca con fe, se arrodilla ante Él, con absoluta confianza: “Si quieres…”. Es la fe la que hace posible el encuentro personal y la curación.
Jesús no quiere que se malinterpreten sus acciones y por eso le pide silencio. No es un milagrero o un mago. Trae el Reino de Dios, viene a revelar a Dios y a hacernos participar de su vida. Pero sí quiere que quede constancia y por eso le manda al sacerdote judío con una doble motivación: mostrar el rechazo de la clase dirigente que a pesar del testimonio de las acciones de Jesús no creen; y hacerle ver al leproso que la curación trae consigo pertenecer a la comunidad.
Al releer el Evangelio puedes pensar en qué lepras hay en tu vida. Qué te mancha o te hace apartarte y sentirte excluido. Acude a Jesús con la medicina de la fe. Él te tocará y te salvará. “Señor, si quieres…”

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Jueves 25 de junio

Jueves, 25 de junio
Semana XII del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente. Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los letrados.

Pistas: El Evangelio de hoy nos enseña algo muy importante para no equivocarnos, engañarnos o desanimarnos en nuestro camino de fe. No vale una fe de costumbres o apariencias, que acaba siendo superficial (como un barniz barato). Ni siquiera tener fe es hacer muchas cosas para Dios. Fíjate lo que dice el Evangelio: han profetizado en su nombre, echado demonios y hasta hecho milagros… Han hecho cosas para Dios, han hecho cosas buenas. Pero Jesús no quiere sólo eso. No quiere sólo que seas externamente religioso, que reces y cumplas tradiciones o que hagas cosas buenas. Lo importante es que consigas establecer una relación con Dios y descubras su voluntad como fruto de la presencia de su Espíritu Santo en tu corazón. Lo importante es que esto te transforme. Entonces tu vida no estará cimentada sobre cosas pasajeras, sobre tus proyectos (aunque sean buenos), sobre tus méritos, o sobre tus seguridades.
Porque todo lo anterior, por muy cierto que parezca, es como la arena. Cuando vienen dificultades, la casa se tambalea. Si cimentas tu vida en una relación con Dios y en descubrir y cumplir su voluntad desde dentro, no aparentemente, no para autosatisfacerte sino por amor, por gratitud, por la misma fuerza de Dios que está dentro de ti, entonces tu vida será una casa construida sobre cimientos firmes. Porque Dios no se equivoca, no falla en sus promesas. Pero tu parte es fiarte de Él, perseverar en tu relación con Él, y ponerle en el centro de tu vida.
¿Cuando dices: ‘Señor, Señor’… sobre qué estás cimentando tu fe? ¿hay mucha arena o hay roca firme?
Jesús es la roca y vivir como discípulo suyo es cumplir la voluntad del Padre. Éste es un camino de amor y de fidelidad, no de apariencias, palabras vacías o solamente buenas acciones. Es la vida en el Espíritu Santo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

XIII Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio según San Mateo 10,37-42. 
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió.
El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.
Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa».

Miércoles 23 de junio

Miércoles, 23 de junio
Natividad de San Juan Bautista

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Pistas: El nacimiento de Juan Bautista estuvo rodeado de hechos extraordinarios. Unos ancianos, una mujer estéril, un mudo que recobra el habla… ¿Qué será ese niño?
Dios muestra su poder en lo que el mundo ya no da ninguna esperanza. Lo mismo pasa con Jesús: traicionado por los suyos, condenado como un delincuente y, cuando parece que ya no hay esperanza, Dios hace lo imposible posible. Puedes pensar en tu vida también e iluminar tus situaciones con lo que nos dice el Evangelio.
Le iban a poner Zacarías para seguir la tradición. Pero Dios va a hacer cosas nuevas a través de la vida de este niño. Así que rompen la tradición. Algo nuevo va a suceder. Se llamará Juan. ¿Qué va a ser este niño?
Zacarías se había quedado mudo porque no había sido capaz de creer lo que el ángel le había prometido. Cuando se fía, cuando cumple la voluntad de Dios, su boca se suelta y alaba a Dios. Como cuando alguien entra en el camino del Reino de Dios y entonces entiende lo que antes no, comprende lo que le resultaba extraño, y su vida ya no es la misma.
Y Juan el Bautista crece y se fortalece. Se prepara en el desierto, en las dificultades, hasta que está listo para su misión.
Deja que te hable Palabra de Dios, que enseña que Él abre caminos en la vida de los que creen.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Martes 23 de junio

Martes, 23 de junio
XII semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.

Pistas: Leemos hoy una recopilación de dichos de Jesús. El primero de ellos, no dar lo santo a los perros, no echar las perlas a los cerdos… parece que contradice otros mensajes de Jesús. Después de lo que decía el Evangelio de ayer ¿cómo atrevernos a juzgar a los demás y considerarlos indignos? No nos corresponde a nosotros. Pero Jesús no quiere unos discípulos insensatos, que no sepan buscar el momento oportuno, que no valoren lo que tienen. Para exponer las cosas que merecen la pena se busca el mejor contexto, el más significativo. No se hace de cualquier manera, como quien cuenta un chiste o habla de una anécdota sin importancia. Lo que es valioso se valora.
“Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas”. Una vez más el amor es el resumen, es la clave, lo que sostiene todo. Todos buscamos ser amados, aceptados y respetados. Y no un amor abstracto sino concreto ¿cómo tratamos a los demás?
La puerta ancha. En la vida casi siempre cuesta menos lo que va a hacernos daño a nosotros o a los demás. Y lo que merece la pena realmente se parece a una puerta estrecha o por lo menos requiere esfuerzo y sacrificio. Jesús no engaña a nadie. Éste no es un camino que se haga sin esfuerzo. Merece la pena y es gratis, pero requiere esfuerzo y sacrificio, requiere elegir no lo más cómodo en muchas ocasiones.
“Pocos dan con ellos”. A veces presentamos el mensaje cristiano como ser buenos. Pero es mucho más que eso. Es elegir seguir a Jesús, su camino, un camino que lleva a la vida. El Evangelio de hoy te invita a escogerlo ¿cuál es para ti la puerta estrecha?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Lunes 22 de junio

Lunes, 22 de junio
XII semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No juzguéis y no os juzgarán.
Porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame que te saque la mota del ojo» , teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.

Pistas: Jesús propone un estilo de vida basado en el amor al prójimo. Y para ello enseña cómo concretarlo.
No juzgues. Si lo piensas, el juicio es una fuente de insatisfacción, de sufrimiento, una barrera con el otro, una manera de sentirse superior a los demás. Jesús te dice: no juzgues y no serás juzgado.
La medida que uses, la usarán contigo. En el fondo, es una manera de decirte: puedes vivir en el amor o en el odio, puedes vivir en la misericordia o en la condena… Tú eliges.
Mírate a ti, cambia tú, examina tu vida… Ésta es la clave del mensaje de hoy. No lo de fuera, sino lo de dentro.
Es una invitación a vivir en la verdad: ¿cómo eres? ¿cómo actúas? ¿cómo es tu vida? ¿haces lo que criticas en los demás? Sácate la viga de tu ojo. Es decir, arranca el pecado y el mal de tu vida, y podrás ayudar a los demás. Dicho en positivo: vive en el amor, llénate del Espíritu Santo y podrás ver claro y ayudar al prójimo, sin que eso sea egoísta, una justificación o un acto de soberbia.
Deja que este Evangelio ilumine tu vida, aunque ello implique ver la viga que hay en tu ojo. Y deja que la luz del Espíritu Santo te permita ver la verdad y sentir la alegría del amor de Dios, que te limpia y te restaura.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida

Domingo 21 de junio

Domingo, 21 de junio
XII domingo del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 10, 26-33
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: No tengáis miedo a los hombres porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? y, sin embargo, ni uno sólo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.

Pistas: A sus apóstoles, a los que tienen que ser sus testigos, les dice: “No tengáis miedo”. Ante las persecuciones y dificultades de vivir como discípulos “no tengáis miedo”. Lo que Él les está enseñando tendrán que gritarlo y pregonarlo. No es para que quede escondido.
Dios es Padre. Jesús está contigo. Sólo has de temer lo que puede matar tu alma. Sólo debes temer que el pecado te atrape. Ni siquiera temas tu debilidad, tu pobreza o tus límites. Porque Dios cuida de ti, está contigo. Jesús está de tu parte. Te eligió. Y si correspondes a su amor y fidelidad, crecerá el tuyo. Y podrás acoger su salvación.
Jesús enseña que el amor de Dios es incondicional. Que su misericordia es más grande que tu pecado. Pero si no te dejas amar, si prefieres el temor y la mentira, si prefieres el pecado, si niegas tu fe… Te cierras a la salvación y vida que Él te regala.
Jesús no pinta la fe como un camino facilón y simplón. Te promete que Dios provee, que te cuida y que no falla. Así que, si te da miedo ser testigo de Jesús, da un paso en la fe y Él no te fallará. Si te dan miedo las dificultades de la vida, no temas, Jesús está contigo. Sólo líbrate de la mentira del pecado, de la hipocresía, de las justificaciones… Sólo déjale hablar a tu corazón. Sólo déjate amar, para poder estar cerca de Jesús. ¡No tengas miedo!
Te propongo un reto para esta semana. Respóndete a esta pregunta: ¿en qué ámbitos necesito ser más valiente? ¿qué me está pidiendo Dios?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele a tu oración y llévalo a tu vida.