Viernes 31 de enero

Viernes, 31 de enero
III Semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas: El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también: ¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después, brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender.
Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Pistas: Lo único que tiene que hacer el sembrador es echar la semilla. Y sin que él sepa cómo, germina, crece y da fruto. Fíjate: la fuerza está en la semilla, nadie la controla ni la obliga a crecer. Es un proceso, hay que tener paciencia hasta ver la cosecha. Hay que acostarse y levantarse. Dios es el que hace fructificar su semilla, pero hace falta un sembrador.
El grano de mostaza se convierte en un arbusto. Lo pequeño, lo que parece débil e insignificante, al ser sembrado, brota, crece y da fruto. Se hace tan fuerte y poderoso que puede servir de cobijo y protección.
¿Y en tu propia vida? ¿En la Iglesia? Piensa en lugares, momentos, personas… en los que tú puedas sembrar. Puedes pensar también si estás dejando que sea sembrado en ti el Reino.
Es el tiempo de sembrar… Siembra la semilla pequeña y ten paciencia. Espera. Brotará, crecerá, dará fruto, servirá de cobijo y protección. Esto es la Iglesia, éste es el Reino, que comienza y se realiza en lo pequeño y en lo cotidiano, como regalo. Por eso nuestra labor es sembrar.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Jueves 30 de enero

Jueves, 30 de enero
III Semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 4, 21-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: ¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír que oiga. Les dijo también: Atención a lo que estáis oyendo: La medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.

Pistas: En la noche, en una casa judía en tiempos de Jesús… ¿Alguien encenderá un candil para esconderlo? ¡Qué cosa más absurda! Y si alguien lo hace, otro lo sacará porque si se enciende es para que alumbre. Y dice Jesús: el que quiera entender que entienda. Él es la Palabra de Dios hecha carne, es la luz. Él no se esconde. Si la luz de Jesús entra en tu vida, no es para esconderla. Por eso, si permites que Jesús actúe en ti, si te encuentras con Él y le sigues, su luz resplandecerá en tu vida.
“La medida que uséis la usarán con vosotros”. Jesús enseña muchas veces y de muchos modos la seriedad de nuestra relación con el prójimo: el amor al otro, al enemigo, al que persigue… es el amor sin medida como el suyo. No juzgar (la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio). Poner la otra mejilla. «Perdónanos como perdonamos», decimos en el Padre Nuestro.
“Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”. ¿Por qué dice esto Jesús? Porque la salvación, la Gracia, es un regalo. Pero no es una rebaja. La Gracia de Dios crece en quien la acoge, porque su amor no tiene medida. Por eso, al que tiene se le dará. Y el que la rechaza, se cierra al amor de Dios. Y finalmente lo perderá todo. Porque el que no quiere a Dios en su vida, podrá tener muchas cosas, pero no lo fundamental.
Dios no deja de ofrecerte su Gracia, porque su deseo es salvar a todos. Si tu medida para el amor, para la fe, para el prójimo, para Dios, es tacaña, no dejarás que brille la luz en la oscuridad. Una llama puede parecer poco importante, pero es capaz de deshacer la oscuridad y las tinieblas.
La luz de Jesús está aquí y resplandece. Si la dejas entrar, cada día brillará más en ti e iluminará tu camino de un modo que no puedes soñar ni imaginar.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Miércoles 29 de enero

Miércoles, 29 de enero
III Semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar:
Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno. Y añadió: El que tenga oídos para oír que oiga.
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que «por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdone».
Y añadió: ¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra.
Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.
Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso, al escucharla la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad o persecución por la Palabra, enseguida sucumben.
Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la Palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la Palabra, y se queda estéril.
Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la Palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.

Pistas: Seguramente has leído y tal vez meditado unas cuantas veces este Evangelio. El mismo texto nos explica la parábola.
La Palabra de Dios, por muchas veces que se lea, siempre tiene algo nuevo que decir en nuestra vida. En muchas ocasiones parece que llega en el momento oportuno, que estaba puesta para ti y tu situación. Escucha qué te quiere decir Dios cuando sientes que te habla a ti a través de las lecturas.
Reza hoy con esta parábola de Jesús. ¿Qué tipo de terreno eres para la Palabra de Dios? ¿Qué abunda más en tu corazón? Puede que haya un poco de cada uno en ti, y necesites entrar más a fondo (no quedarte al borde del camino), profundizar y perseverar (quitar piedras) o ser menos mundano (arrancar zarzas). Jesús te lo explica para que puedas convertirte y encontrar el perdón.
Párate en aquello que te haga pensar o sentir, y reza con ello. A través de su Palabra el Señor traerá luz a tu vida y tus situaciones y las personas que te rodean. Y si la acoges, dará fruto. Es una promesa de Jesús. Está garantizado: si profundizas, dejas que eche raíz, la cuidas… ¡Dará fruto!

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Presentación del Señor

Evangelio según San Lucas 2,22-40.

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.
También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos».
Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

Martes 28 de enero

Martes, 28 de enero
Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús, y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan. Les contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y paseando la mirada por el corro, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.

Pistas: Con esta lectura hay quienes se preguntan si Jesús tenía hermanos. Vamos a situar el relato en su contexto. La familia, ya desde el antiguo Israel, la conformaban más personas que las de los propios lazos de sangre. Cuantos más miembros eran, mayor protección se daban unos a otros, mayor seguridad en su sustento y más posibilidades de futuro tenían. Por eso la familia era un clan al que se sumaban parientes y más personas. Pero en la época de Jesús este concepto de clan estaba en crisis. El peso de los impuestos romanos, incluso la obligación de acoger y pagar el sustento de los soldados en las propias familias, los pagos al templo y unas normas de vida cada vez más férreas, hacían que muchas familias se conformasen con sobrevivir. Y el mensaje de Jesús no está fuera de ese cambio social.
Jesús cambia la perspectiva. En medio de una situación de crisis, propone ampliar la familia: estos son mi madre y mis hermanos. En vez de cerrarse, defenderse, hacerse egoístas… propone que acoger la palabra de Dios y cumplirla transforma las cosas de tal modo que ya no estás solo. Hay una comunidad que te acoge por encima de cualquier otro interés: la comunidad de los cristianos, de los hermanos en Jesús, de los hijos de Dios, de la familia en la fe. Una comunidad que es familia.
Ya no se trata de unos privilegios heredados o de derechos o posiciones sociales. Jesús nos invita a salir de nosotros mismos, de nuestra propia cerrazón y de nuestros propios problemas, y a convertirnos en una familia, que según su propia enseñanza se caracteriza por el amor, la unidad y la obediencia a Dios.
Si eres de los que están con Jesús, relee una vez más este Evangelio “eres su hermano, su hermana…”, eres de los suyos. Y tú ¿te comportas y vives como uno de los suyos?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Lunes 27 de enero

Lunes, 27 de enero
III semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 3, 22-30
En aquel tiempo, unos letrados de Jerusalén decían: Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.
Él los invitó a acercarse y les puso estas comparaciones: ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil, no puede subsistir; una familia dividida, no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido.
Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre. Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Pistas: Jesús es el hombre lleno del Espíritu Santo. Todo lo que hace está movido por la fuerza y el poder del Espíritu.
Sus enemigos no ven más allá del miedo. Jesús hace peligrar sus tradiciones y su modo de vivir la religión. El enfrentamiento con ellos llega a tal punto que le acusan de estar poseído o de que la fuerza del demonio actúa en Él.
Jesús intenta hacerles pensar. Y dice palabras muy duras: “todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre”.
¿Cómo podemos entender esto? El Espíritu es el Don de los dones, es Dios mismo habitando en los corazones de los hombres, es el que actúa concediendo los dones y la fuerza de Dios, es el Amor de Dios. Por tanto, rechazar el Espíritu Santo es rechazar el amor de Dios, es rechazar ser guiado por Dios. Si rechazas el Espíritu, es decir, si te niegas a abrirle la puerta, a dejarle entrar ¿vas a poder ser amado y perdonado? ¿vas a poder conocer a Dios?
Jesús promete enviar el Espíritu Santo después de resucitar y cumplió esa promesa. Este Evangelio es una buena ocasión para que pidas que esa promesa se cumpla en tu vida. Y tener la llama del Espíritu Santo viva en tu corazón.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Domingo 26 de enero

Domingo, 26 de enero
III domingo del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 4, 12-23
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el Profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos.
Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamo también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

Pistas: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte una luz les brilló”. ¿Cuánta tiniebla hay en nuestro mundo? ¿En nuestra ciudad, en nuestros pueblos, en nuestras familias, en nuestra vida? Pero ha venido la luz: Jesús.
“Convertíos” es la palabra que hoy resuena. Es el corazón del mensaje de Jesús. Es decir: Cambiad. Cambiaos al Reino, que es el proyecto de Jesús. Es, ni más ni menos, cambiar el mundo para construirlo según el proyecto del Padre. Pero necesita ayuda: los que se atreven a irse con Él. Como los pescadores que tuvieron el valor de seguirle.
Nos invita a participar de su sueño y construir el Reino, empezando cada uno por sí mismo, por mejorar cada día. Porque una buena casa no se construye con malas piedras.
Todo esto nació en en la Galilea de los gentiles, en el lugar más humilde y desconocido del Imperio romano. Allí apareció la luz. ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Sí. Yo también estoy llamado a seguirle porque soy sueño y proyecto de Dios, porque la buena noticia del Reino es para mi y para que la comparta con los demás.
No son ideas, ni tradiciones, ni estructuras. Es encontrarse con Jesús y cambiar de vida. Convertirse es descubrir el gran amor de Dios manifestado en Jesús, acogerlo, dejar que nos sane y nos salve, y corresponderle. Convertirse es estar llenos del Espíritu Santo y hacer sus obras. Es permitir que la luz de Jesús arranque de tu vida las tinieblas del pecado, de la oscuridad y de la muerte.
Hoy Jesús te llama: “Venid y seguidme». Puedes responder o no. O darle largas. Pero Jesús te llama. Si le sigues participarás en la aventura de la fe, la de quitar de tu vida y del mundo las tinieblas. ¿Qué respondes?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida

Sábado 25 de enero

Sábado 25 de enero
Conversión de San Pablo

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Pistas: Hoy es la fiesta de la conversión de San Pablo. De ser un perseguidor y fanático religioso, tras su experiencia de encuentro con Jesús Resucitado pasa a dedicar su vida al anuncio del Evangelio. Su papel es importantísimo en los primeros pasos del cristianismo y en la evangelización de los no judíos. Y no lo tuvo fácil, pero él nunca se dio por vencido.
Este pasaje nos recuerda una dimensión fundamental de ser cristiano: ir y proclamar el Evangelio. Si eres discípulo de Jesús, si estás bautizado, evangelizar ha de formar parte de tu día a día. Porque el que acoja el Evangelio se salvará y el que se resista a creer se condenará. Nos gustaría borrar estas líneas de la Biblia, pero son parte del mensaje de Jesús. Por eso San Pablo sentía la urgencia de hacer llegar a todos el Evangelio, y por eso no da igual vivir de un modo o de otro.
Ser bautizado significa entrar a formar parte de la comunidad de los que siguen a Jesús, quedar llenos del Espíritu Santo, con fuerza para vivir como discípulos, con poder para actuar como Jesús enseña y anunciar el Evangelio a los demás. No sólo es tener la experiencia de encuentro con Jesús, sino vivir como Él propone.
La fe hará que sucedan cosas maravillosas (si lees las cartas de San Pablo verás que los signos de los que habla el Evangelio de Marcos acompañan a los discípulos de Jesús). En la historia de la Iglesia han sucedido, suceden y sucederán cosas como las que cuenta el Evangelio de hoy. Jesús pone en tus manos su promesa. Y tú decides.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes 24 de enero

Viernes, 24 de enero
San Francisco de Sales, obispo y doctor

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él.
A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges ─Los Truenos─, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo entregó.

Pistas: Jesús llama a los que Él quiere para que estén con Él. Es curioso. No llama a los mejores. No hace un casting buscando la excelencia. Llama a los que quiere. A ti, a mí, para que estemos con Él. Cada uno en un camino concreto, pero para estar con Él.
No es casual que suba a la montaña, donde suceden muchas teofanías (manifestaciones de Dios) en el Antiguo Testamento. Parece que es un lugar privilegiado para que muestre su voluntad. Es un modo de decirnos que lo que sucede ahí forma parte del plan de Dios.
A doce, los hizo compañeros suyos. Y los enviará a predicar y con poder para expulsar demonios.
Vamos a fijarnos en la misión de los doce. Predicar: anunciar la Palabra, la Buena Noticia que Jesús trae. Y, por otro lado, hacerlo con poder, expulsando al demonio. Ésta es la misión de la Iglesia: predicar, con poder y autoridad. Los discípulos de Jesús tenemos este poder ¿se está notando? En ti y en mí ¿se nota? No se predica un mensaje vacío o sólo bonito, sino un mensaje eficaz, que transforma las cosas, que vence al mal.
Por último, elige a doce. Muy distintos. Incluso entre ellos hay uno que acabará traicionando a Jesús. Les llama para que estén con Él. Ésta es la Iglesia en la que estamos los que hemos escuchado su llamada. Y, sí, hay de todo. Si esperas la Iglesia perfecta nunca caminarás. Porque de lo que se trata es de ser discípulos de Jesús, escucharle, seguirle, amarle, obedecerle… Y, como aquellos doce hombres, veremos cosas grandes.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Jueves 23 de enero

Jueves, 23 de enero
San Ildefonso, obispo

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Pistas: Jesús ha ido recorriendo Galilea. Vienen a Él de todas partes. Podríamos dividir en varios grupos a los que se le acercan: los que se fían de Él y le siguen, muchos que le buscan porque le necesitan y los que quieren destruirle (ayer leíamos cómo los fariseos y los herodianos, que se llevaban muy mal entre ellos, son capaces de negociar para acabar con Jesús).
Mañana leeremos cómo Jesús llama a algunos para que le sigan y de modo especial a un grupo de Doce para que estén con Él y sean sus Apóstoles, sus testigos.
Jesús no deja indiferente a nadie. También tú tienes que posicionarte ante Jesús. La indiferencia es también una posición. Por eso puedes aprovechar este Evangelio para pensar ¿dónde estoy yo? ¿voy con Jesús o prefiero observar desde fuera? ¿me da igual?…
Por último, es interesante para comprender mejor las lecturas que vamos haciendo alguna vez leer el Evangelio seguido. Eso te ayudará a tener una visión global y a entender mejor las lecturas

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración, llévalo a tu vida.