Miércoles 31 de julio

Miércoles 31 de julio
San Ignacio de Loyola, presbítero

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 13, 44-45
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

Pistas: El Reino de los Cielos es un tesoro, algo de gran valor. Pero hay que encontrarlo. No basta con que te lo cuenten. Te pueden describir cómo es ese Reino (que se identifica con la salvación que Jesús vino a traer, con Jesús mismo y la vida del Espíritu), pero necesitas descubrirlo y encontrarlo tú.
Y entonces tendrás que tomar una decisión: cambiar ciertas cosas de tu vida (vender todo lo que sea necesario) para poder tener ese tesoro, o seguir como hasta ahora y quedarte sin conseguirlo. Es un camino que se hace lleno de alegría (no con resignación), porque lo que se ha encontrado merece el esfuerzo.
¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para conseguir este tesoro? ¿Qué necesitas “vender” para poder conseguirlo?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Martes 30 de julio

Martes 30 de julio
Semana XVII del tiempo ordinario

(Recuerda:

Pide el Espíritu Santo
Lee despacio y entiende
Medita qué te dice la Palabra de Dios
Ora, respóndele al Señor
Actúa, llévalo a tu vida)
Evangelio según San Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: Acláranos la parábola de la cizaña en el campo. Él les contestó: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

Pistas: Los discípulos de Jesús se van con Él a casa, le preguntan y Él les explica. Así es la vida del que quiere seguir a Jesús. Si quiere profundizar en su fe tiene que hacerse de la familia de Jesús. Y en esa cercanía (en casa, en su presencia) podrá preguntarle y escucharle como haces tú cada día al leer su Palabra y rezar.
Hace pocos días leíamos la parábola del trigo y la cizaña que Jesús explica hoy. Si se lee en oración la Palabra de Dios es siempre nueva. Te invito a que la vuelvas a leer sabado-27-de-julio/ y después de la explicación de Jesús te preguntes qué te dice hoy. Jesús es muy claro en el Evangelio de este martes. Puedes pensar ¿con quién te estás yendo en tu vida? ¿con los ciudadanos del Reino o con la cizaña? (recuerda que por los frutos se sabe cómo estás caminando).
El final de la parábola explica que merece la pena seguir a Jesús, aunque el camino sea duro, porque la meta es la vida, la luz y estar en el Reino de Dios. Es un motivo para darle gracias y alabarle porque a ti te invita a ser trigo y alcanzar la meta.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

XVIII Domingo del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 12,13-21.

En aquel tiempo:
Uno de la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia».
Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?».
Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas».
Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho,
y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’.
Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,
y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’.
Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’.
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios».

Lunes 29 de julio

Lunes 29 de julio
Santa Marta

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola: El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.

Pistas: Cuántas veces nos imaginamos que la Iglesia, la parroquia, nuestra comunidad o nuestra propia vida para merecer la pena tienen que ser extraordinarias, espectaculares o perfectas. Nos parece que el Reino de Dios tiene que ser algo imponente. Y Jesús hoy nos dice una cosa muy distinta: en lo pequeño, en lo que parece insignificante, ahí empezará todo. Como la minúscula semilla de mostaza, o la poca levadura que se mezcla en la masa.
Por ejemplo, organizar un evento es, hasta cierto punto, fácil. Con recursos y gente competente se pueden hacer grandes y espectaculares eventos. Pero la fe, la semilla del Reino, empieza por lo pequeño: por cuidar el interior, por dejar que se arraigue en la oración de cada día, en el crecimiento y vida de la comunidad, en las pequeñas cosas. Y así, la semilla plantada por Dios en nuestro corazón, en nuestra comunidad, en nuestra parroquia… dará un fruto inmenso, que no podemos ni imaginar, pero que pasa por la sencillez y pequeñez (como la semilla de mostaza que acaba dando cobijo y vida). Pasa por la levadura que se mezcla con la masa y la hace fermentar a toda ella. Por las pequeñas cosas que hacemos cada día, los pequeños “síes” que le decimos a Dios y a los hermanos cada vez que amamos y nos entregamos. El Reino de Dios pasa por el tiempo de oración que sacas cada día, por ir a misa y confesarte, por establecer relaciones fraternas y auténticas en la Iglesia…
Sólo en lo pequeño y cotidiano, en lo que parece insignificante, comienza lo extraordinario que Dios nos regala.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Domingo 28 de julio

Domingo 28 de julio
XVII domingo del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 11, 1-13
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: —«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.» Él les dijo:
—«Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»» Y les dijo:
—«Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle:
«Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.» Y, desde dentro, el otro le responde:
«No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.»
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros:
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»

Pistas: En el Evangelio de hoy Jesús enseña la oración del Padre nuestro. Te invito a que lo leas despacio, pensando en el alcance da cada petición. Son a la vez petición y compromiso. Si llamo a Dios Padre, significa que soy su hijo y me puedo comportar como tal. Si le pido a Dios que venga su Reino, a la vez le digo que quiero que así sea, que haré lo que está en mi mano. Y, así puedes pensar cada una de las peticiones del Padre Nuestro.
Jesús explica después que hay que orar con perseverancia, sabiendo que por muy inoportuna que sea nuestra petición, nunca va a caer en saco roto. Pero Dios no es una varita mágica. Lo dice al final del Evangelio. Quiere darnos lo más importante, lo más grande: a Él mismo, su Espíritu Santo, su vida en nosotros. El resto de las cosas que podemos pedirle algún día nos fallarán: la salud, las fuerzas, el dinero, que las cosas nos salgan bien… Todo eso, podemos y debemos pedírselo, pero siempre como Jesús mismo nos enseñó: que venga el Reino, que se haga la voluntad de Dios, que nos perdone, que sepamos perdonar, que tengamos el pan de cada día, que venzamos la tentación. Y lo que nadie podrá quitarnos es la vida del Espíritu, la presencia de Dios en nosotros, su salvación que se abre a la eternidad venciendo a la muerte.
Jesús enseña también que Dios es bueno. Nunca nos va a dar nada malo. No es un dios enfadado o justiciero que nos mira desde su cielo entreteniéndose con nosotros y riéndose de nuestra vida. Es el Dios que nos enseñó a llamarle Padre, que en el Hijo se hizo carne en Jesús, y murió y resucitó para salvarnos; y que en el Espíritu Santo habita en nosotros y nos da sus dones. Por eso, relee el Evangelio y reza, reza con lo que el Espíritu Santo te inspire, y no te canses de rezar, sigue caminando y creciendo en experiencia de Dios.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Sábado 27 de junio

Sábado 27 de julio
XVI semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 13, 24-30
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga, apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña? Él les dijo: Un enemigo lo ha hecho. Los criados le preguntaron: ¿Quieres que vayamos a arrancarla? Pero él les respondió: No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.

Pistas: Dios ha sembrado buena semilla en la humanidad, ha enviado a su Hijo Jesús, su obra y palabra, y ha dado el Espíritu Santo que nos transforma en buena semilla. Pero en el mundo, y también en la Iglesia (la que continúa la obra de Jesús de hacer presente el Reino de Dios), hay cizaña que nace de la semilla del Enemigo (recuerda la parábola de ayer: Dios siembra la Palabra. Hoy nos dice Jesús que el mal también siembra).
Si preguntas a un agricultor, te dirá que al principio es imposible distinguir las malas hierbas y las buenas. Hay plantas que parecen trigo, pero serán cizaña; y al revés. Crecen juntas y si arrancas una, dañas la otra. Entonces ¿a qué atenerse? ¿qué hay que hacer? ¿hay que permitir el mal?
Jesús enseña muchas veces que el camino es en lo personal convertirse día a día y en la comunidad amar y vivir en la verdad, vivir en la Gracia y dar fruto. A pesar de que a veces la presencia de cizaña lo haga difícil. Si esperas a la Iglesia o a la comunidad perfecta, nunca las encontrarás.
Es una enseñanza muy bonita e importante la del Evangelio de hoy, y aplicable a tu vida de discípulo ¿Miras a los demás clasificándolos? Hay que crecer y dejar crecer a los que te rodean. Así es la Iglesia: santa (llena de trigo que da fruto) y pecadora (con cizaña que sembró el enemigo). La Iglesia en la que hay que tener paciencia y esperar a conocer por los frutos. Por eso esto sirve también para la vida eclesial. Tu labor no es señalar la cizaña, sino ser trigo.
Por último, el destino de la cizaña es terrible, será quemado. Pero el trigo finalmente dará su fruto.
Ahora relee el Evangelio pensando en tu situación personal y en tu vida eclesial, tu comunidad o parroquia. ¿Qué te dice el Evangelio de hoy?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes 26 de julio

Viernes 26 de julio
Santos Joaquín y Ana, padres de la Bienaventurada Virgen María

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 13, 18-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ese dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.

Pistas: Jesús mismo explica la parábola que leíamos hace un par de días. Cada vez que rezas con el Evangelio te conviertes en tierra buena “que escucha la Palabra y la entiende”. Ése es el camino que estás recorriendo y ésa es la meta. Todo lo demás sólo lleva al fracaso.
¿En qué aspectos de tu vida estás siendo el borde del camino, o terreno pedregoso o con zarzas? La Palabra de Dios te invita a profundizar y esforzarte por seguir creciendo. Lo decíamos hace unos días, la Palabra siempre dará fruto si se acoge.
Sigue rezando, persevera, quita piedras, arranca zarzas y, sobre todo, estate con Jesús. Reza, conócele, escúchale, e intenta llevar a tu vida lo que aprendes. Así serás tierra buena, así darás fruto que nadie te podrá quitar.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Jueves 25 de julio

Jueves 25 de julio
Solemnidad de Santiago Apóstol, patrono de España

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: ¿«Qué deseas?»
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: «Lo somos.»
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Pistas: ¿Cuál es el modo de vivir de los discípulos de Jesús? ¿El poder, los puestos, los honores? El grupo de los más cercanos a Jesús se divide y se enfrenta por este tema. Y esto mismo sucede hoy en el mundo. Luchas, envidias, rivalidades, mentiras, corrupción, hipocresía, postureo, intereses… También entre nosotros, los cristianos.
Jesús les enseña cuál es su propuesta. Y no consiste en ser como los jefes y los poderosos del mundo. Piensa en los políticos, en los poderosos, las multinacionales ¿cómo hacen las cosas?
Si sigues a Jesús, tú no puedes ser así. Su propuesta es que para ser grande hay que servir. Es el primero el que tiene que servir a los demás (el Evangelio dice como un esclavo). Y esto no es una teoría que Jesús explica desde fuera. Él va delante, Él enseña cómo servir y amar, entregando la vida.
Si quieres vivir como discípulo de Jesús, las decisiones de tu vida tienen que llevarte por ese camino que Él propone aunque a veces suponga ir a contracorriente. Y esto sólo podrá ser realidad en tu vida con la fuerza del Espíritu Santo que Él ha prometido y enviado.
Tú eliges. El camino de los puestos y los honores, o el de ser discípulo de Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Miércoles 24 de julio

Miércoles 24 de julio
San Sarbelio Makhlûf, presbítero

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 13, 1-9
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga.

Pistas: A veces, cuando un texto es muy conocido se puede pensar que nada nuevo puede enseñarnos. Pero la Palabra de Dios es viva, en ella actúa el Espíritu Santo. Si dejas que dé luz a tu vida podrás descubrir algo que Dios quiere decirte hoy a ti.
El mensaje de hoy es la salvación, el anuncio del Reino de Dios. En último término es Dios quien siembra, por medio de la Iglesia, por medio de su Palabra, por medio incluso de lo que pone en tu corazón. ¿Qué tipo de terreno eres para acoger esa siembra? Muchas veces tenemos mezcla de los terrenos que Jesús explica. La meta es quitar todo lo que impida que seamos tierra buena.
Vamos a pensar cada uno de los terrenos. El borde del camino ¿Te quedas a la puerta sin profundizar? ¿qué pájaros, distracciones, tentaciones, hay en tu vida y se llevan lo que Dios intenta sembrar en tu corazón?
El terreno pedregoso ¿Qué piedras hay en tu corazón y en tu vida, que hacen que no pueda echar raíces la Palabra de Dios? ¿en qué cosas eres inconsistente?
Las zarzas ¿Qué cosas enredan tu vida? ¿qué dejas crecer en tu corazón y a tu alrededor que te ahoga? ¿qué aspectos de tu vida se parecen a esas zarzas?
La buena noticia es que trabajando y dejando a Dios trabajar, todo en tu corazón puede cambiar. Podrás profundizar y salir del borde del camino, podrás quitar piedras y zarzas.
Y serás tierra buena, en la que la Palabra de Dios dará fruto. Esto está garantizado, dará fruto. Así que, si no das fruto significa que hay algo que trabajar.
Nuevamente te invito a que dejes que la Palabra de Dios te hable al corazón y reces con ella.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

XVII Domingo del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 11,1-13.

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».
El les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino;
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación».
Jesús agregó: «Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: ‘Amigo, préstame tres panes,
porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle’,
y desde adentro él le responde: ‘No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos’.
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.
Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?
¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!».