Jueves 28 de febrero
VII semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Marcos 9, 40-49
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.
El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al abismo.
Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al abismo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego.
Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Repartíos la sal y vivid en paz unos con otros.
Pistas: El Evangelio de hoy es como una recopilación de dichos de Jesús. Jesús avisa sobre escandalizar a los pequeños. Invita a evitar aquello que te lleva a pecar. Y habla de la sal con un doble sentido, como purificación y como autenticidad.
Jesús opta por los pequeños, por los pobres y los débiles, y enseña a sus discípulos a vivir de esa manera. Cada vez que un cristiano, cada vez que la Iglesia se olvida de esto, causa un daño terrible porque hace lo contrario de lo que debería. Fíjate qué palabras tan duras dirige Jesús. Evita aquello que te lleve a pecar, porque más te vale privarte de algo, renunciar, elegir el camino difícil, que acabar en la frustración absoluta a la que conduce el pecado y que puede desembocar en una eternidad lejos de Dios, es decir, en el infierno. Jesús enseña que existe la posibilidad real de condenarse, de que la existencia acabe en la no salvación, lejos de Dios, donde lo único que espera es sufrimiento y vacío.
Piensa en que Jesús se pone siempre del lado de los pequeños y desvalidos. Acoge a los que sufren y a los que se equivocan. Podemos pensar ¿de qué lado nos ponemos nosotros?
¿Cómo estás viviendo tú? Jesús te invita a un camino de felicidad y plenitud. Y avisa que lejos de ahí sólo hay sufrimiento. Si sigues a Jesús puede que el camino no sea sencillo, pero garantiza que la meta merecerá la pena.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.