Viernes 31 de agosto

Viernes, 31 de agosto

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: «Que llega el esposo, salid a recibirlo!» Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.

Pistas: Hablar de la perseverancia, de estar vigilantes, de no acomodarse, forma parte de la predicación de Jesús. Y vemos cómo hace hincapié en ello.
Hoy sucede con esta parábola, en la que puede parecernos injusta o insolidaria la actitud de las sensatas. Pero la clave de la misma es no dejar que la llama se apague.
La llama de la fe, de la esperanza, del amor… Hace falta tener aceite suficiente para que ardan. Piensa ¿qué aceite falta en tu vida? Oración, sacramentos, comunidad, acompañamiento, compromiso… Éste es el aceite que mantiene encendida la llama de la fe, el que te va a permitir reconocer a Jesús (al novio) y con el que al final podrás entrar al banquete (al Reino y a la vida eterna).
Jesús nos pide estar vigilantes y tener la lámpara encendida. Si recuerdas, hace pocos días el Evangelio nos subrayaba que no se puede vivir de cualquier modo, que no todo da igual, que las acciones tienen consecuencias. Hoy Jesús te anima a que no dejes que se extinga en ti la llama de la fe. Ora con esta parábola y deja que la palabra de Dios te dé luz.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración

Jueves 30 de agosto

Jueves, 30 de agosto

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 24, 42-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.
Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.
¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes.
Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

Pistas: Después del discurso a los fariseos y letrados, en el que les reprocha su hipocresía y su doble vida, Jesús habla a sus discípulos. Con un mensaje que indica la urgencia de seguirle: “Estad en vela”, “estad preparados”. Es una invitación a vivir como discípulos suyos, sin dejar pasar el tiempo.
Fíjate cómo resalta Jesús la seriedad de nuestra libertad, de las decisiones que tomamos y de cómo vivamos. No es lo que aparentes ser, sino lo que eres realmente. Y por eso, ahora es el momento de vivir en plenitud. Porque cómo vivas tendrá consecuencias. Puede ser un camino de realización de tu vida o el que desemboque en la frustración más absoluta: “Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
Relee el Evangelio pensando en tu propia vida. Si la estás dejando pasar o si estás tomando las riendas de ella. Si te dejas llevar por lo pasajero o inviertes en lo eterno. Piensa en la seriedad de las palabras de Jesús de hoy.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Miércoles 29 de agosto

Miércoles, 29 de agosto
El martirio de San Juan Bautista

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo doy.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?»
La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el Bautista.»
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. Enseguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

Pistas: El pecado envuelve, atrapa, enreda… y roba la libertad, roba la capacidad de buscar el bien. Crea la impresión de que se es poderoso, da satisfacciones y placeres momentáneos. Da sensación de que se tiene el control y convierte el propio criterio en lo que decide el bien y el mal.
Fíjate en el relato que acabas de leer: cuánto sufrimiento se causa, qué estructura social crea, cuántas injusticias genera. Promete construir y destruye, promete libertad y esclaviza, promete alegría y placeres y trae tristeza y sufrimiento, promete vida y trae muerte.
Jesús propone otro camino. Lo vas descubriendo cada día en la oración. ¿Qué mundo quieres construir? ¿qué estilo de vida quieres? ¿el de los personajes del Evangelio de hoy o el de Juan Bautista, el de Jesús, el de sus discípulos? La respuesta te tiene que llevar a romper la telaraña del pecado, a convertirte cada día a Jesús viviendo en la verdad, a no permitir que el mal te envuelva, a que tus intereses y placeres no se conviertan en el centro. Jesús ha venido a hacernos libres. Acércate a Él y encontrarás luz y fuerza.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

XXII Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23.

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús,
y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados;
y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?».
El les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres».
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre».

Martes 28 de agosto

Martes, 28 de agosto
San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 23, 23-26
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera.

Pistas: Lo externo sin cambio interior no es más que una mentira disfrazada y no sirve para nada. El mero cumplimiento y la apariencia son hipocresía, ceguera y llevan a una autojustificación que no es compatible con seguir a Jesús.
Podríamos acercar más las palabras de Jesús a nuestros días poniendo ejemplos: el que paga la cofradía y va a las procesiones en Semana Santa, pero su corazón está lejos de Dios y de todo lo que significa ser discípulo suyo. O el cura que tiene actitudes piadosas en su parroquia y guarda las apariencias, pero en su vida personal no vive lo que predica. O el que se preocupa de que la iglesia esté bonita o canta en el coro parroquial o es catequista… pero su corazón va por otro lado.
Piensa si tienes algo de esto en tu vida. Piensa desde la responsabilidad que tienes en la Iglesia, en tu comunidad, en tu familia o entre tus amigos. ¿Te fijas más en lo externo que en dejarte transformar el corazón por Dios y vivir desde el interior? ¿Vives de las normas externas, pero te olvidas de amar y ser coherente con tu fe?
Deja que Jesús limpie tu interior. Fíjate que dice: “Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello”. Por eso, no permitas que lo superficial, las apariencias, lo exterior se conviertan en el centro de tu vida. Vive desde el corazón. Deja que tu corazón esté habitado por el Espíritu Santo y verás como todo se transforma.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

XXI Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio según San Juan 6,60-69.

Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: «¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?».
Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto los escandaliza?
¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.
Pero hay entre ustedes algunos que no creen». En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.
Y agregó: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.
Jesús preguntó entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?».
Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.
Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios».

Domingo 26 de agosto

Domingo, 26 de agosto .

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.» Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.»
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Pistas: Seguir a Jesús, creer y fiarse de Él. Después del discurso del Pan de vida, en el que Jesús habla de su origen (Pan bajado del cielo), de su destino (Pan que se entrega), de su sacrificio redentor (comer su carne y beber su sangre), a algunos les resulta duro lo que Él propone. Ya no quieren seguirle y llegar a descubrir el alcance de estas palabras.
Jesús da una clave hoy para cuando vacile tu fe, cuando no entiendas o tengas dudas: pídele a Dios. Porque dice: “nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. La fe es un don, seguir a Jesús es un don, un regalo que Dios hace. Sólo es posible por la acción del Espíritu Santo en nuestro interior, que nos hace capaces de conocer a Jesús, de seguirle y vivir como discípulos suyos.
Pero también es una elección. Y por eso muchos se fueron. Jesús pregunta a los Doce: “¿También vosotros queréis marcharos?”. Eres libre, es decisión de tu voluntad y libertad seguir o no a Jesús, buscar la verdad, hacer tuya la fe en Él. Jesús no se abrirá paso a la fuerza.
La conclusión de Pedro es: ¿A quién acudir? Sólo en Jesús hay palabras de vida eterna. Creemos y sabemos que Jesús es el prometido, el Mesías. Es una confesión de fe… Pero tendrán que seguir el camino con Jesús para poder experimentarlo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Sábado 25 de agosto

Sábado, 25 de agosto

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame «maestro».
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Pistas: Jesús critica a los que tienen el deber de enseñar la Ley. No son coherentes. Tampoco les importan los demás. Pero sí los honores, los reconocimientos, los puestos, la imagen…
Quizás al leer esto te vengan a la mente personas concretas. Pero Jesús no dice esto para señalar a los que lo hacen mal, sino para enseñar a los que quieren ser sus discípulos. No puede servir de excusa la soberbia o los pecados de los que ocupan puestos de responsabilidad en la comunidad, en la Iglesia… para dejar de hacer la tarea que tienes encomendada. Si tienes alguna misión en la Iglesia o si eres el creyente de tu grupo de amigos es una buena ocasión para que te preguntes: ¿me parezco en algo a los que critica hoy Jesús?
La propuesta de Jesús es: Tú, en cambio, considérate igual a los otros, no dejes que te pongan por encima. No te endioses porque el que tiene que ocupar el centro es Dios, al que hay que seguir es a Jesús (no a ti, ni a ésta o aquella persona). Al que tienes que buscar, y ayudar a que los demás busquen es a Jesús.
Si quieres ser grande, si quieres hacer cosas grandes, si quieres ser importante, sigue a Jesús: Él amó, sirvió, se entregó, se humilló y ahí nos mostró la mayor grandeza, la mayor victoria. Fue elevado, glorificado, el primero en vencer la muerte, el hombre lleno de Espíritu Santo… Sigue a Jesús y aprende a ser como Él. Éste es el camino que te propone la Palabra hoy: lo importante no es la puesta en escena, sino lo que vives en tu interior, la relación que mantienes con Jesús Y esto es lo que te hará verdaderamente grande.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

El sáb., 25 ago. 2018 a las 2:11, Edu J. del Valle () escribió: Sábado, 25 de agosto

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame «maestro».
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Pistas: Jesús critica a los que tienen el deber de enseñar la Ley. No son coherentes. Tampoco les importan los demás. Pero si los honores, los reconocimientos, los puestos, la imagen…
Quizás al leer esto te vengan personas concretas a la cabeza. Pero Jesús no dice esto para señalar a los que lo hacen mal, sino para enseñar a los que quieren ser sus discípulos. No te puede servir de excusa la soberbia o los pecados de los que ocupan puestos de responsabilidad en la comunidad, en la iglesia… Si tienes alguna misión en la iglesia o si eres el creyente de tu grupo de amigos es una buena ocasión para que te preguntes: ¿me parezco en algo a los que critica hoy Jesús?
La propuesta de Jesús es: Tú, en cambio, considérate igual a los otros, no dejes que te pongan por encima. No te endioses porque el que tiene que ocupar el centro es Dios, al que hay que seguir es a Jesús (no a ti, ni esta o aquella persona). Al que tienes que buscar y ayudar a que los demás busquen es a Jesús.
Si quieres ser grande, si quieres hacer cosas grandes, si quieres ser importante, sigue a Jesús: Él amó, sirvió, se entregó, se humilló y ahí nos mostró la mayor grandeza, la mayor victoria, fue elevado, glorificado, el primero en vencer la muerte, el hombre lleno de Espíritu Santo… Sigue a Jesús y aprende a ser como Él, este es el camino que te propone la Palabra hoy. Y esto es lo que te hará verdaderamente grande.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración

Viernes 24 de agosto

Viernes, 24 de agosto
San Bartolomé, Apóstol

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.» Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Pistas: Leemos hoy en la fiesta de San Bartolomé este pasaje del Evangelio de San Juan.
Un anuncio: hemos encontrado al Mesías. Una duda: ¿de Nazaret? Una invitación: “Ven y verás». Y un encuentro que lo cambia todo.
Natanael (Bartolomé) descubre quién es Jesús cuando se encuentra y dialoga con Él. Es curioso cómo se produce la conversación. Primero Jesús le habla de quién es el propio Natanael (un israelita en quien no hay engaño). Jesús le conoce y le ve. Cristo toma la iniciativa.
Esto mismo sucede en el encuentro con Jesús que despierta la fe: Hay un proceso en el que la persona descubre quién es, se conoce mejor a sí mismo. Y otro en el que se comprende que Jesús es el Maestro, el Hijo de Dios, el Mesías prometido.
Y Jesús termina repitiendo la invitación: “Ven y verás”, “has de ver cosas mayores”. Porque la fe es un proceso, un camino, una relación.
Este relato es también una pista para aprender a evangelizar. Felipe cuenta lo que él ha descubierto, escucha lo que Natanael le dice, lo invita a que se encuentre con Jesús (no quiere convencerlo con argumentos y discusiones porque sabe que la verdad de quién es Jesús le convencerá). Y todo sucede en este encuentro. Si has encontrado a Jesús, aquí tienes unas pistas para llevarlo a otros.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Jueves 23 de agosto

Jueves, 23 de agosto

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir.
Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda.
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados: La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían.Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales.
Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? El otro no abrió la boca.
Entonces el rey dijo a los camareros: Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.

Pistas: Jesús intenta por todos los medios que comprendan su mensaje. ¿Para quién es el Reino? Para todos. Pero los primeros invitados lo han rechazado.
Fíjate que la parábola es para los sumos sacerdotes y senadores del pueblo. Es decir, las autoridades religiosas de su tiempo. Está todo a punto para el banquete, pero prefieren sus asuntos, sus negocios e incluso les molesta ser invitados. No sólo rechazan la invitación sino que luchan contra ella (por eso no ha de extrañarte que esto siga pasando con los que invitan al Reino). Intenta que se sientan interpelados y se den cuenta.
La conclusión de Jesús es dura: no se lo merecen. No quieren, no se lo merecen.
Todos son invitados, da igual de dónde vengan y cómo sean. Pero aquí está una clave de esta parábola: en el Reino no se puede estar de cualquier modo. Porque en este banquete todo se hace nuevo. No importa que hayas sido malo o bueno, importa que vayas y te vistas como hay que vestirse.
Jesús explica muchas veces que el Reino es gratis, que el amor de Dios es inmerecido, pero transforma y cambia las cosas, tiene consecuencias, convierte… Por eso, si entras en el Reino tienes que cambiar. Más bien tienes que aceptar que Dios te cambie y te ayude a cambiar.
Si estás leyendo esto es porque has entrado en el Reino, te sientes llamado por Jesús y quieres seguirle. Orar con la Palabra de Dios, dejar que te transforme y te guíe es ponerte nuevas vestiduras para el Reino. Iluminar tu vida con esta Palabra permite que tu vida sea transformada. Así pues, persevera, ponte la vestidura de fiesta.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.